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Los inmigrantes expulsados en junio a Guinea Bissau responsabilizan a España de su situación

"El policía que mató a Naruna y me hirió a mi era guineano, pero la culpa es de España", dice David Adetoro Damolekum, nigeriano, de 26 años,, desde su cama del hospital nacional Simón Mendes. Él fue uno de los 45 africanos expulsados de España en junio que el lunes se enfrentó con la policía de Guinea-Bissau. Otro de los deportados -Ahire Naruna Waifo, nigeriano,de 25 años- tuvo peor suerte. Un policía le mató de un tiro en la nuca, según su compañero herido. El Ministerio del Interior español ha enviado a Bissau a un funcionario para hacer un informe.

David no guarda, sin embargo, su mayor dosis de rencor contra el policía que le disparó. "La culpa es de España. Hace tres meses que nos metieron en un avión militar y nos abandonaron aquí. Nada ha cambiado desde entonces", dice.En el exterior del hospital nacional Simón Mendes deberían montar guardia los policías de vigilancia, pero no hay nadie. Si no fuera porque los cuatro nigerianos heridos en los incidentes del lunes -Solomón, Femi, Nauna y David- no pueden con su cuerpo por culpa de los palos recibidos, nada ni nadie les impediría salir corriendo.

David, al que le extrajeron una bala del brazo derecho, se sobrepone para contar su versión: "A Naruna le mataron por ayudarme. Un ninja [así se les denomina en Guinea-Bissau a los llamados cuerpos de élite] me apuntó, intuí que iba a disparar y me giré hacia la izquierda. El tiro me entró por el brazo derecho y caí al suelo. Todos salieron corriendo, menos Naruna. Él se quedó para intentar ayudarme y fue entonces cuando un policía se acercó por detrás y le disparó. Ya no me acuerdo de más".

David hace un último esfuerzo, rebusca en la memoria y vuelve a acordarse de España: "No nos querían, así que nos trajeron aquí, le pagaron 50.000 dólares al Gobierno de Guinea Bissau y se volvieron a ir. Dicen que ese dinero era para enviamos a nuestros países y damos de comer, pero tres meses después seguimos aquí y sólo hemos probado el arroz".

El disparo terminó con los disturbios. Ahire Naruna ya ingresó cadáver en el hospital y el reconocimiento que no había conseguido en vida -un simple papel que le convirtiera en ciudadano- lo alcanzó después de muerto.

Dos centenares de mujeres de Bissau -la capital de Guinea apenas sobrepasa los 200.000 habitantes y las malas noticias se conocen enseguida- se dirigieron al hospital. Cubrieron su cadáver. Dijo ayer Albert Mukesha, un ruandés muy espabilado que se ha convertido en el portavoz de los inmigrantes, que "las mujeres le lloraron como a un hijo y los hombres, como a un héroe".

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El Gobierno pide calmaAyer no se sabía oficialmente si se había dado sepultura al cadáver. Sólo un escueto comunicado lamentaba los hechos y pedía calma a la población. El Gobierno de Guinea-Bissau, muy nervioso por el apoyo popular a los deportados, parece haberse desentendido del problema.Para calmar los ánimos, el Gobierno sacó ayer de la ciudad a los inmigrantes. Del sucio galpón que ocupaban junto a la comisaría central de policía, los africanos expulsados por España fueron trasladados a unas instalaciones militares en Comeré, a unos 30 kilómetros de la capital. Sólo se quedaron en Bissau los cuatro heridos y otros cuatro que consiguieron fugarse al intuir su traslado inmediato.

El ministro del Interior español, Jaime Mayor Oreja, ha enviado a Bissau a un alto funcionario para que recabe información y elabore un informe sobre los incidentes en los que resultó muerto Ahire Naruna Waifo Damolekum. Izquierda Unida ha pedido la comparecencia de Mayor Oreja en el Congreso para que explique "las actuaciones que ha llevado a cabo el Gobierno para interesarse por lo sucedido y conocer la situación del resto de los expulsados", según el diputado Willy Meyer. La diputada socialista Amparo Rubiales también interpelará al ministro en el próximo pleno del Congreso.

Por otra parte, la Guardia Civil y el Servicio de Vigilancia Aduanera detuvieron ayer cerca de Tarifa (Cádiz) a 35 inmigrantes magrebíes que pretendían entrar en España en dos pateras.

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