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Grecia va a las urnas sin Papandreu

Los griegos votan hoy con escasa fe en sus políticos y en el cumplimiento de las condiciones de Maastricht

Aeropuerto de Atenas. Terminal de vuelos nacionales. El avión que tenía que despegar a las 22.30 lleva un retraso de hora y media pero nadie ha dado ninguna explicación ni nadie ha protestado. La sala de espera es cochambrosa y está mal iluminada, semejante a la de cualquier estación de autobuses de línea de la España de los sesenta. Los pasajeros, resignados y de buen humor, comienzan a hacerse amigos. De repente suenan varios teléfonos móviles a la vez, y sus propietarios se ponen de pie de un salto para explicar a gritos que tienen prisa que llegarán tarde, que no oyen nada...El aeropuerto y los teléfonos móviles -una auténtica fiebre que ha hecho que el mercado griego de estos aparatos haya sido el de mayor crecimiento de Europa con 450.000 nuevos usuarios sólo en el último año- representan el viejo pasado que la sociedad griega quiere olvidar y el anticipo de un futuro que está por venir.

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Esta tensión entre las viejas costumbres, con su desorden y su saber vivir, y la modernización, con sus ventajas y riesgos, se nota en las actitudes y ambiciones del griego de la calle y ha sido el verdadero debate de estas elecciones generales que hoy se celebran, aunque haya estado sepultado por la verborrea de los políticos.

En las elecciones participarán por primera vez medio millón de jóvenes que tenían cuatro años cuando se produjo la primera victoria electoral de Andreas Papandreu. Jóvenes que en las grandes ciudades como Atenas y Salónica atronan las calles con sus coches y motos, visten ropa de marca y abarrotan los bares y cafeterías, probablemente de mejor gusto, del sur de Europa.

Pero no todo es una fiesta. La mayoría de esos noctámbulos saben que el paro universitario está creciendo, que especializarse en una carrera técnica en algún país del Este o en la Unión Soviética como hacían sus hermanos mayores ya no es posible y que en las islas no se gana dinero.

Las cosas parecen estar cambiando en Grecia. La publicación hace poco más de una semana del testamento de Papandreu en el que legaba todos sus bienes a su esposa, la controvertida ex azafata Dimitra Liani, rompía con su yerno Theodoros Katsanevas, miembro del PASOK, de quien decía que era "una desgracia para la familia" y dejaba a sus hijos únicamente "su apellido y su cariño" ha sido acogida ahora simplemente como la pelea de una gran familia. Lo que hace tan solo un año hubiera supuesto una gran tormenta política ha servido ahora para hacer uno de los chistes políticos de más éxito sobre el líder de la derecha, Miltíades Evert, jefe de Nueva De mocracia. En una viñeta publicada por el diario Eleftherotyvia se muestra al chimpancé que éste tiene en la vida real en su casa preguntándose a. sí mismo de luto y desconsolado "¿Azanga Evert?".Historias de Dimitra

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Ni tan siquiera las declaraciones de Nikos Papandreu, el hijo escritor del carismático líder socialista, al diario The European el pasado viernes en las que acusa a Dimitra de ser "un buitre hambriento de poder que arruinó a su padre" han tenido demasiada repercusión. La propia Dimitra parece haber abandonado, al menos de momento, sus ambiciones políticas.

"La historia de Dimitra se ha explotado mucho, y se ha perdido mucho tiempo y mucha energía con ella. No me gustan los ataques políticos por problemas familiares, que no suelen ser más que maniobras de distracción", dice Cristina Efthimiatu, ingeniera de 37 años.

Este cansancio con algunas de las constantes de la vida política tradicional griega ha alcanzado incluso, aunque muy tímidamente porque los griegos son profundamente patriotas, a la utilización partidista del tema nacional. Rodolphe Maslías, responsable internacional de Salónica, Capital Cultural Europea 1997, considera que "fúe una exageración la importancia que se le dio a que una ex República yugoslava llevara el nombre de Macedonia" y recuerda sus apuros para explicar la importancia del incidente de Imia -un islote del Egeo que casi lleva a la guerra a Grecia y Turquía el pasado enero- a sus colegas del Parlamento Europeo cuando trabajaba de intérprete en esa institución de Luxemburgo.

Y han sido muchos los que han considerado un disparate que Evert criticara la falta de patriotismo del primer ministro socialista, Costas Simitis, cuando éste sugirió que era un anacronismo la obligación de izar la bandera nacional en los colegios públicos.

La sociedad griega parece querer más soluciones y menos banderas. La crisis de la sanidad pública, donde existe la práctica común de que los pacientes den una propina. a los médicos para ser atendidos mejor; el fracaso del sistema educativo -es corriente que los estudiantes de bachillerato acudan los sábados a academias privadas para aprobar los exámenes y se encuentren allí con sus mismos profesores que, mal pagados obtienen así un segundo ingresó-; el pluriempleo, la ineficacia y corrupción de la Administración pública, el abandono de las islas, y la falta de infraestructuras y el problema creciente de las drogas y las minorías -albaneses, búlgaros y musulmanes- han pasado de puntillas en esta campana electoral.

Esta falta de respuesta de los políticos hace temer que aumente sensiblemente la abstención, que se ha mantenido estable en un 20% en las elecciones de 1990 y 1993. Agací Dimitruca, escritora y traductora entre otros autores de Lorca, tiene claro que no va a votar porque no quiere "entrar en el juego de intereses de los partidos". Vanda, pintora de 34 años, se abstendrá también insatisfecha con el "cada vez mayor bipartidismo que domina la vida política griega y la difuminación de las diferencias entre los do! grandes partidos".

Evangelos Venizelos, de 42 años, varias veces ministro con gobiernos socialistas y al que Junto con Yorgos Papandreu, actual ministro de Educación, se le augura uno de los futuros más brillantes en el PASOK y en la Administración, reconoce que ha detectado este fenómeno social de cansancio con la vieja Grecia y lo atribuye "al descrédito de la política y a la crisis de la representación de los partidos" que en los últimos años recorre Europa.Compromiso europeo

Sea una moda o no, es un hecho que el PASOK ha asumido la modernización del país y el compromiso de cumplir con los objetivos de convergencia económica para acceder a la Unión Monetaria Europea como ejes centrales de su nueva política, marcando muy claramente las distancias con el populismo y el nacionalismo para consumo interno heredados de Papandreu. El propio Simitis hizo un llamamiento a "una nueva era con un nuevo PASOK" en la presentación del programa electoral de su partido.

Pero querer jugar en la primera división europea no se presenta nada fácil. La inflación es actualmente del 8,5%, la deuda pública es del 110% sobre el PIB, el déficit ronda el 9% y los tipos de interés de Grecia son de los más altos de la Unión Europea.

El temor a que la medicina de Maastricht mate al paciente está presente en todas las conversaciones. Venizelos está convencido de que el PASOK "es el único partido que puede garantizar la estabilidad económica al tiempo que la paz social". Y aunque el PASOK promete un Maastricht de rostro humano, muchos ven ya a la vuelta de la esquina el fin de las subvenciones y el fantasma del desempleo. Pero el futuro parece tener hoy dirección única y si Grecia quiere coger el tren del siglo XXI debe hacer ahora el esfuerzo de empezar a poner las vías.

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