Perot no podrá participar en los debates electorales para la Casa Blanca
La Comisión de Debates Presidenciales recomendó ayer que el multimillonario tejano Ross Perot no participe en los debates electorales con sus contrincantes en la carrera hacia la Casa Blanca, Bob Dole y Bill Clinton. La comisión consideró que el candidato del Partido de la Reforma "no tiene posibilidades realistas de resultar elegido" presidente de Estados Unidos, aunque dejó abierta la eventualidad de modificar su posición si mejora su situación en las encuestas.
La recomendación fue considerada "una parodia de la justicia" por Russell Verney, coordinador de la campaña de Perot, pero fue celebrada por el Partido Republicano, que se había pronunciado en contra de un debate con tres candidatos. La decisión final debe tener la aprobación de los dos partidos.
Perot obtuvo un 19% del voto popular en 1992, pero ningún voto electoral. Desde que anunció su decisión de ser candidato del Partido de la Reforma, su intención de voto oscila entre el 5% y el 7% en los sondeos. En 1992 se aceptó la participación en los debates de Perot, pero Paul Kirk, miembro de la comisión, explicó la diferencia con la campana actual: "En 1992, Perot tenía fondos ilimitados para financiar su campaña, lo que no ocurre ahora; y aunque somos conscientes de que a un 62% de norteamericanos les gustaría ver a Perot en los debates, también es cierto que el 74% asegura que no votaría por él en ningún caso, lo cual confirma que no tiene posibilidades de ser elegido".
El Partido de la Reforma denunció que la comisión, formada por antiguos presidentes de los partidos Republicano y Demócrata, zancadillea la campana electoral de Perot y su intervención en los debates por miedo a que pueda afectar a los resultados.
El Partido Republicano, que nunca ha ocultado su opinión contraria a la presencia de Perot, consideró ayer que "celebrar los debates sin candidatos de terceros partidos es la decisión adecuada". Aunque no está claro que Dole fuera el más perjudicado, los demócratas juegan la carta de la inclusión y habían aceptado la presencia de Perot.
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