Estadísticas para unas elecciones
El sistema que contabiliza el empleo en EE UU distorsiona los resultados
Son estadísticas para ganar unas elecciones: 5,1 % de desempleo en agosto, 4,8% de crecimiento económico del segundo trimestre, 0,1% de incremento en el índice de los precios al consumo. EEUU atraviesa una situación de crecimiento sostenido que crea puestos de trabajo y mantiene la inflación bajo control. Y, sin embargo, no es oro todo lo que reluce: las ofertas de empleo no se ajustan siempre a la demanda, los empleados aseguran que su capacidad adquisitiva está estancada y el mercado laboral ofrece una imagen engañosa, debido a una clasificación estadística que maquilla el subempleo e ignora a los que se han cansado de buscar trabajo.La calidad del empleo creado se pone en cuestión, aunque no hay acuerdo sobre el asunto ni se han hecho en EEUU suficientes estudios globales como para tener una perspectiva actualizada y completa. De los diez millones de empleos creados en cuatro años, menos del 10% están en industrias de bienes no perecederos que disfrutan de salarios relativamente altos, pero bajo la etiqueta del sector servicios, que tradicionalmente incluía puestos de trabajo estacionales y mal pagados, se esconden nuevos empleos muy bien retribuidos que utilizan como trampolín la revolución tecnológica y que no encuentran una clasificación adecuada en las estadísticas. Se han multiplicado los trabajos a tiempo parcial, pero no es fácil determinar cuántos son voluntarios y cuántos impuestos. Las posibilidades que ofrecen la informática y las telecomunicaciones para el autoempleo son enormes, pero a muchas personas les falta la formación suficiente como para aprovecharlas.
Además de una economía en expansión que crea empleos de todo tipo y de unos puestos de trabajo cuyas características cambian con la revolución tecnológica, el mercado de trabajo de EEUU tiene otra característica que hace difícil su comparación con el europeo: el sistema oficial de recuento del desempleo.
La Oficina de Estadísticas del Trabajo basa sus datos mensuales de desempleo en la combinación de dos fuentes: la información que facilitan las empresas sobre el pago de nóminas y la suministrada mediante una -encuesta mensual de 50.000 hogares en la que se pregunta la situación laboral de cada componente de la familia. La primera fuente, a diferencia de la segunda, necesita ser revisada en los dos meses posteriores. En la medida en la que las dos coincidan, aumenta la credibilidad de las estadísticas.
En el caso de la encuesta de los 50.000 hogares, las respuestas posibles a la pregunta de "cuál es su situación laboral" son tres, en lugar de dos. En primer lugar, los que tienen trabajo. En este apartado no sólo entran aquellos que tienen contratos estables: también se incluye la categoría, cada vez más numerosa, de trabajadores a tiempo parcial.
Los que tienen media jornada o dedican determinadas horas semanales al trabajo, por decisión propia o porque no han encontrado nada mejor, están dentro de la categoría de empleados, a efectos estadísticos. La segunda categoría, la de desempleados, tiene ciertas limitaciones. Para constar como tal, hace falta que la Oficina de Estadísticas determine si la persona que se considera desempleada está temporalmente alejada de un puesto de trabajo al que espera retomar. Si es así, se le otorga la categoría de desempleado. Al resto se le pregunta si ha buscado o no activamente trabajo en la última semana. En caso afirmativo, es un desempleado.
Pero aquel que confiese que no se ha esforzado en buscar trabajo o que no consiga demostrarlo pasa a la categoría de "fuera del mercado de trabajo". La lógica estadística exige que el que no busca empleo no puede considerarse como desempleado.
Aparte de los estudiantes que trabajan en verano y cuyo caso se adapta bien a la exclusión del mercado laboral, ¿cuántos norteamericanos se ven incluidos en el limbo laboral, bien porque no quieren trabajar o porque han tirado la toalla? Las estimaciones difieren: para la Oficina de Estadísticas del Trabajo, hay casi un millón de personas en esa situación, pero según Lester C. Thurow, de la Escuela de Empresariales del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), habría que hablar de 5 o 6 millones de personas.
La existencia de un ejército, mayor o menor, de gente que no está en las estadísticas porque ha dejado de buscar activamente trabajo y el recuento del empleo a tiempo parcial como empleo normal indican que hay un desempleo escondido que no se refleja en el recuento oficial. Las jubilaciones anticipadas y la flexibilidad que permite la vuelta a las universidades para reciclarse explican en parte la bolsa de desaparecidos del mercado de trabajo, pero muchos de ellos van a engrosar las listas de pobres y dependientes de la beneficencia y otros forman el colchón de mano de obra que permite controlar las presiones salariales al alza que habría en caso de que fueran reales las cifras oficiales de desempleo.
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