La OSCE tiene la última palabra

Todos -promotores, organizadores y protagonistas- han asumido públicamente en diversos grados que las condiciones de intimidación y posible manipulación en que se han celebrado las elecciones de Bosnia no resisten un mínimo análisis. Su limpieza y transparencia están más que en entredicho. Pero la denominada comunidad internacional, que encabezada por Estados Unidos ha decidido como mal menor ir adelante con unos comicios que no serían homologados en ningún país de Europa occidental, también ha establecido un mecanismo de salvaguardia por si el grado de abuso rebasara lo admisible Incluso en un país balcánico en el que hace menos de un año sus diferentes tribus se exterminaban a gran escala.El calibre de medir está en manos de Edvan Thijn, antiguo alcalde de Amsterdam, y sus 800 monitores internacionales. El político holandés, con reputación de no casarse con nadie, informará directamente del grado de transparencia de la votación al presidente de turno de la OSCE, el suizo Flavio Cotti. Con este dictamen técnico y el político del embajador estadounidense Robert Frowick, responsable de la luz verde para su celebración, Cotti trasladará su decisión final al Consejo de Seguridad. El organismo de la ONU dará entonces su imprimátur a los comicios bosnios. En ese momento, presumiblemente a finales de septiembre, los candidatos adquirirían legitimidad y las sanciones contra los serbobosnios y la antigua República Federal de Yugoslavia, ahora suspendidas, serían definitivamente levantadas.