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Aznar me dijo: 'Si tú estas tranquilo, yo también

Miguel González

El pasado 1 de septiembre, en un vitriólico artículo contra la decisión del Gobierno de no desclasificar los papeles del Cesid, el director de El Mundo, Pedro J. Ramírez, se refería a él como "un fulano bajito de pelo ensortijado". Entonces, todavía, no le llamaba corrupto.Fue el lunes, tras la publicación de los supuestos pagos que la constructora Cubiertas y MZOV hizo al ex director de la Guardia Civil Luis Roldán bajo su presidencia, cuando Eduardo Serra se convirtió, para el citado diario, en "el eslabón podrido" del Gobierno. A ojos de muchos, su condición de independiente y de ex alto cargo con el PSOE, convierten al ministro de Defensa en el eslabón más débil del primer Gabinete presidido por José María Aznar.

Y, ciertamente, Eduardo Serra es bajo de estatura. Y su cabello se revuelve formando remolinos. Pero ayer, metido de coz en el ojo del huracán, no parecía débil, sino vivaz y peleón, dispuesto a resistirse a quienes quieren enterrar anticipadamente su carrera política.

Pregunta. ¿Pagó usted comisiones a Luis Roldán?

Respuesta. Yo accedí a la presidencia de Cubiertas, y tomé luego poderes ejecutivos, a condición de que cesaran tajantemente ese tipo de prácticas. Según la propia información que se ha publicado en la prensa, todos los pagos son anteriores, no sólo a mis poderes ejecutivos, sino también a mi llegada a la presidencia.

P. Sin embargo, hay, dos facturas del testaferro de Roldán, por un importe total de 33 millones de pesetas, que tienen fecha posterior a su nombramiento como presidente de Cubiertas, en enero de 1991.

R. No es cierto. Lo que dice el sumario, y leo textualmente, es que "para dar cobertura a algunos de dichos pagos" ya realizados con anterioridad, se utilizaron esas facturas. Eso es lo único que se produce siendo yo ya presidente, pero sin poderes ejecutivos. Durante toda mi etapa al frente de la empresa, hasta que me marché [en enero de 1995], me aseguraron que no se había producido ningún pago de ese tipo.

R. ¿Tampoco al presidente navarro Gabriel Urralburu?

P. Ni siquiera conozco al señor Urralburu. Además, la orden tajante de cesar en los pagos fue genérica. No dije: no se pague a uno y páguese a otro. En la medida en que yo tengo conocimiento, no se produjo ningún pago a nadie y, por tanto, tampoco al señor Urralburu.

P. Pero no es ningún secreto que, en aquella época, las constructoras pagaban comisiones para conseguir la adjudicación de obras. Y no sólo de la Guardia Civil.

R. Efectivamente.

P. ¿Y no tuvo ninguna consecuencia para Cubiertas negarse a pagar?

R. Sí las tuvo. No hay más que mirar las cifras de facturación de la empresa cuando yo llego y ver, con un cierto decalage, porque los contratos anteriores se van ejecutando, cómo empezamos a perder posiciones, en comparación con otras constructoras.

P. ¿Por qué no denunció esas prácticas?

R. Las prácticas irregulares que yo conozco consisten en que se ha obtenido un dinero negro a través de facturas falsas. Me dicen que ese dinero ha podido servir para muchas cosas. Y yo digo que, haya ido para lo que haya ido, hay que terminar con eso y no se vuelve a emplear dinero negro.

P. Usted ha dicho que no recuerda si recomendó a Luis Roldán que encargase proyectos a Enrique García Hormaechea, arquitecto y ex cuñado suyo.

R. He dicho que nunca estuve en el despacho de Roldán, ni él en el mío, y que no recuerdo si alguna vez le llamé por teléfono, porque es imposible. Mi secretaria tiene 30 o 40 llamadas diarias, 'lo cual quiere decir 800 al mes, 8.000 al año. Lo que sí sé, y lo ha ratificado mi ex cuñado, que naturalmente se puso al lado de su hermana cuando nos separamos en 1980, es que dejamos de tener relación.

Naturalmente, mucha gente me llamaba para solicitarme ayuda. Y yo he podido decir que se le diera una oportunidad. Pedir que se recibiera a alguien. A él o a otro cualquiera. Nada, en todo caso, que implicara un trato de favor. Pero mi ex cuñado, que lógicamente se tiene que acordar mejor que yo, afirma que nunca me pidió tal cosa y así será. Lo que le puedo decir es que cuando conocí a su familia, hace ya 40 años, su tío, que tiene el mismo apellido que él, ya era arquitecto de la Guardia Civil.

P. Además de Cubiertas, usted ha presidido otras empresas, como Peugeot Talbot y Airtel, y ha sido durante cinco años subsecretario y secretario de Estado de Defensa. ¿No teme que le busquen más escándalos?

R. Sí. Pero tengo la conciencia supertranquila. Porque jamás he sido autor ni cómplice de ninguna irregularidad. Jamás. Llevo mucho tiempo en puestos de bastante responsabilidad. Detrás de mí está la compra de los aviones, la adquisición de las fragatas, cientos de decisiones del Ministerio de Defensa o de compañías industriales.

Si van a por mí, podrán buscar en sitios donde no podrían buscar si ahora tuviera 24 años y acabase de sacar la oposición. No digo que no haya cometido cientos de errores. Me he podido equivocar en gente que he nombrado, en decisiones concretas. Seguro. Pero tengo la absoluta certeza de no haber incurrido en ninguna irregularidad. La gente es más o menos lista según Dios le da. Lo que uno se hace es honrado o no honrado.

P. ¿Le ha sorprendido la publicación de estas acusaciones?

R. No. Yo tenía conciencia el 2 de agosto [cuando el Consejo de Ministros se negó a desclasificar los papeles del Cesid] de que era una decisión impopular, que irritaría a determinados sectores. A lo largo del verano me di cuenta, por algunos comentarios y artículos, de que se estaba polarizando en mi persona la decisión del Gobierno. Creo que en esa línea se inscribe el hecho de que, de repente, saquen cosas que supuestamente me afectan. Y supongo que seguirán sacándolas. En la medida en que sea así, a mí me producirá incomodidad y daño pero también, en la misma medida, quedará claro que no hay detrás un móvil de regeneración o transparencia, sino que hace falta una cabeza de turco y, si ha tocado que sea la mía, yo estoy dispuesto a asumir el coste de las decisiones que se adopten y, en concreto, de la no desclasificación de los papeles del Cesid.

P. ¿No se arrepiente de esa decisión sabiendo que quizá pudiera llegar a costarle el cargo?

R. En absoluto. Ni lo más mínimo. De verdad, ¿eh? Y estoy muy a gusto en el cargo, en este Ministerio y en este Gobierno, pero creo que los intereses generales están por encima de los particulares. Y si me cuesta el cargo... Yo estaba en una vida mucho más cómoda hace seis meses, infinitamente más cómoda. Y más rentable.

P. Se le acusa de tener un interés personal en el asunto de los papeles del Cesid. Ya que usted ocupaba un alto cargo en Defensa cuando se produjo la guerra sucia contra ETA.

R. No hay más que fijarse en el organigrama del Ministerio de Defensa de la época para comprobar que no es verdad. Tuve una relación cero con los temas que llevaba el Cesid. Como muchos otros altos cargos, me limitaba a recibir informes, la mayoría sobre asuntos de tecnología e industria, que eran los que afectaban a las competencias de la Secretaría de Estado. De lo que haga hoy el Cesid tengo responsabilidad. De lo que hacía entonces, ninguna.

P. ¿Se siente usted respaldado por el Partido Popular? El diputado Luis Ramallo se ha mostrado muy crítico con usted.

R. De los diputados, por desgracia, no tengo mucho conocimiento. Del Gobierno y, en concreto, de sus máximos responsables, sí. Creo que lo ha dicho muy bien el vicepresidente Álvarez Cascos: aquí no es una cuestión de fe ciega, sino de confianza. Tengo la confianza del Gobierno y creo que debería seguir teniéndola mientras quede clara mi honradez. Y como, para mí, mi honradez es total, pienso que no la perderé nunca. Lo cual no obsta para que, si por razones no de confianza, sino de cualquier otro tipo, de interés general o lo que sea, el presidente entendiera un día que sería mejor prescindir de mi presencia en el Gobierno, pues para eso estamos.

P. Se ha mostrado usted satisfecho del apoyo que recibió el lunes por parte del presidente Aznar. ¿Qué le dijo?

R. Que si yo estaba tranquilo, él estaba igual de tranquilo.

P. ¿Tuvo ocasión de verle personalmente?

R. Sí. Ofreció un almuerzo de despedida al antiguo jefe del Estado Mayor de la Defensa [el teniente general José Rodrigo] y estuvimos los tres comiendo.

P. ¿Hasta cuándo va a seguir como ministro de Defensa?

R. No es un tema que dependa de mí. Yo tengo las espaldas anchas para aguantar esto y más. Del presidente del Gobierno dependió mi nombramiento y de él depende mi cese.

P. Cuando usted llegó al Ministerio de Defensa en 1982, se decía que las Fuerzas Armadas eran un poder fáctico. ¿Cree que en la España de hoy sigue habiendo poderes fácticos?

R. Sí. Pero, desde luego, no son las Fuerzas Armadas."Hace falta una cabeza de turco, y si tiene que ser la mía, estoy dispuesto" "La empresa que yo presidía perdió obras por negarse a pagar comisiones"

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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