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La reforma de Maastricht acabará en julio de 1997

La Conferencia Intergubernamental (CIG) que acordará la reforma del Tratado de Maastricht debe acabar dentro del primer semestre de 1997, bajo presidencia holandesa. Este fue uno de los acuerdos alcanzados por los quince ministros en la bella y minúscula capital del condado de Kerry, Irlanda. Para lograrlo, ratificaron la propuesta del ministro irlandés, Dick Spring, de celebrar la cumbre especial de reflexión de jefes de Estado y de Gobierno el próximo 5 de octubre. Y se conjuraron para "tomar en nuestras propias manos" la negociación, arrancándola de sus representantes personales.El acuerdo es más amplio. Se trata ahora de "concentrarse" en pocos, pero decisivos asuntos. Para el francés De Charette, son cinco: la identidad europea de defensa y la política exterior y de seguridad común (PESC).; la eficacia de las instituciones en la perspectiva de la ampliación; la cooperación en asuntos de Justicia e Interior; la aplicación real de la subsidiariedad, y las cooperaciones reforzadas (o distintas velocidades).

Pese a la fractura sobre el conflicto de Irak, uno de los capítulos en que hay más aproximación es precisamente el de la PESC, opinó Malcolm Rifkind. Pero añadió que "las instituciones por sí solas no producen una política común". Para lograrla se exige una "identidad de intereses", agregó.

El ministro británico dice que la política exterior no siempre podrá concretarse por unanimidad. Y se apunta a otros dos mecanismos sustitutorios: la "coalición de voluntades" en cada caso y la "abstención activa" que permita al discordante abstenerse, sin que ello bloquee la acción común. De Charette aprovechó la ocasión para hacer campana en favor de un "míster PESC", que encarne la política exterior de los Quince. Francia pretende colocar en ese puesto al ex presidente Valéry Giscard d'Estaing.

Dardos envenenados

En estos cónclaves, el Reino Unido y Francia suelen lanzarse dardos envenenados. Ayer tampoco defraudaron. Malcolm Rifkind ilustró sus argumentos sobre las dificultades de la unanimidad aludiendo a que al discutir sobre Irak, "catorce países estaban en una trinchera y uno [Francia, a la que no citó] en otra". "El mal humor de mi buen amigo Rifkind", replicó Hervé de Charette, "quizá es producto de que aún está bajo la impresión que le causó el mal recibimiento del Consejo de Seguridad de la ONU a sus propuestas". Esta vez terció el griego Teodoros Pangalos: "Rifkind no entiende dónde está la mayoría en la UE". A Pangalos le escoció la "comprensión" británica hacia los preparativos turcos para ocupar el norte de Irak.

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