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Rockeros incombustibles

Jóvenes y nostálgicos se mezclan en la actuación de Deep Purple

Melenudos canosos, pantalones campana, chalecos con tachuelas y zapatillas de deporte por doquier se mezclaron anoche en el concierto de Deep Purple en Móstoles (199.400 habitantes), municipio elegido para el inicio de la gira española. A diferencia de los conciertos heavies de antaño, las camisetas negras no fueron las que más abundaron entre los 5.000 asistentes al acto. Eso sí, el nexo de unión fue una vez más el balanceo de cintura que simula el punteo de una guitarra ficticia.La media de edad rondaba los 27 años, si bien había espectadores de 15 y también de más de 40, como Fernando Muñoz, un padre de familia de 48 años, que se llevó al concierto a toda su prole: esposa y dos hijos, de 22 y 19 años de edad. La voz cantante del clan era el propio Fernando: "Tengo todos los discos de Deep Purple y los he seguido desde que era más joven", comenta este admirador de la banda británica. Su esposa acudió al concierto con ta'pones. "Vengo por él", dijo señalando a su marido. "A mí me gustan bastante poco", añadió. Quien parecía disfrutar a tope con el rock de la banda británica de los años setenta era Miguel Ángel, hijo de ambos, de 22 años. "El vicio por esta música me lo infundió mi padre", comentó.

Entre el público se escondían verdaderas "piezas de museo". Una mujer que rodaba los 60 años, con un pañuelo en la cabeza, se quejaba del precio de los minis de cerveza (700 pesetas), mientras que un treintañero pedía paso a los miembros de la organización para acceder al recinto por la puerta de atrás. La única tarjeta de presentación de este joven era un carrito lleno con los discos de la historia de Deep Purple al completo, los que todo el mundo puede comprar y los ejemplares de coleccionista. "Mira, este single me costó 15.000 pelas en una feria de Londres", mostraba orgulloso al guardia de la puerta. Además de los discos, este adicto a los Deep Purple sacó una bandera del grupo firmada por todos sus miembros. Debajo de la cazadora lucía un jersey donde llevaba colgados todos los pases de prensa de conciertos nacionales e internacionales del grupo. "Yo soy de Ciudad Real, pero me voy donde haga falta para verlos", señaló. Tal es así, que los músicos ya le conocen y, según dijo, le invitan al, camerino.

Otros seguidores de Deep Purple colgaron pancartas en los laterales de la plaza de toros. El resto del graderío se llenó antes que el coso, a diferencia del habitual comportamiento del público en cualquier concierto. La gente prefirió el duro y frío cemento de los asientos antes que estar de pie sobre la arena del ruedo. Eso cambió al sonar los primeros acordes del grupo protagonista.

La gran incógnita de la noche fue el nombre de los teloneros. A falta de pancartas hubo que preguntar a los servicios de seguridad para saber que se trataba de Górgola, una banda catalana elegida por los Deep Purple para el resto de su gira española y, posiblemente, también francesa.

Más información en la página 35

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