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Crítica:FLAMENCO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Mirando al maestro

Noche grata y apacible tanto en clima como en arte. Una primera parte a cargo del delfín de los Sordera -que sigue su camino en solitario con la pasión e inquietud que siempre lo han distinguido- y que cumplió con creces el nada fácil papel que le correspondía.Al principio en solista y luego con un grupo de fortuna que no siempre estuvo a la altura técnica exigible, José Soto ofreció con nervio y garra ocho temas propios, entre los que no faltaron las habituales dedicatorias al fallecido Ray Heredia, y los recuerdos al siempre presente Camarón de la Isla y al maestro Paco de Lucía.

El guitarrista de Algeciras fue el gran protagonista ausente del resto de la velada dedicada principalmente a él, por varios de los músicos que formaron y forman su internacional sexteto; con un Jorge Pardo espléndido, dirigiendo el magnífico cónclave de instrumentistas fronterizos entre el jazz y el flamenco, se pudo disfrutar sin interrupción de una hora y cuarto de la mejor música moderna que se hace hoy en España.

Veranos de la Villa

Los Jóvenes Flamencos.Sorderita, cante y guitarra flamenca; Jorge Pardo, metales; Carles Benavent, bajo eléctrico; Chano Domínguez, piano; El Bola, guitarra flamenca; Rubem Dantas, percusión; Guillermo MacGuill, batería; La Chonchi, cante. Patio Central del Conde Duque, 31 de agosto.

El esquema del concierto incluyó una mitad de composiciones personales y otra mitad de te mas de Paco de Lucía. Jorge Par do brilló solo con su magnífica versión de Almoraima en flauta travesera. Chano Domínguez de leitó igualmente con su piano en la colombiana Monasterio de sal, también del maestro homenajea do. Sólo quiero caminar y Zyriab pusieron al respetable de pie. A ello contribuyó un Carles Benavent perfectamente recuperado de su accidente, la guitarra de Agustín Carbonell y la flamenquísima y versátil voz de La Chonchi.

La fiesta acabó con una bulería improvisada a partir de un fragmento del último trabajo de El Bola, que sirvió de virtuosa propina final a los insistentes aplausos del público madrileño.

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