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Economía estudia convertir en impuesto dos pesetas del precio actual de las gasolinas

Jesús Mota

Entre las fórmulas variadas que analiza el Gobierno para aumentar los ingresos del Estado en los Presupuestos Generales para 1997 está convertir en impuesto especial las dos pesetas por litro de gasolina que actualmente se embolsan las empresas petroleras en concepto de "adaptación al sistema de precios máximos". Estas dos pesetas implicarían unos ingresos para Hacienda de unos 45.000 millones, según estimaciones oficiales. Si la transformación se aprueba, Repsol y Cepsa dejarían de percibir esta cantidad, lo que repercutiría en sus resultados.

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La polémica sobre las dos pesetas por cada litro de gasolina que las compañías petroleras se embolsan en concepto de "adaptación al sistema de precios máximos" no amaina. El Ministerio de Economía sostiene ahora que esas dos pesetas deben convertirse en impuesto especial y engrosar la fiscalidad de la gasolina. En la actualidad, el litro de gasolina súper soporta 62,6 pesetas en concepto de impuesto especial más el 16% en concepto de IVA. Si esta transformación se produce finalmente, Hacienda recaudaría en torno a 45.000 millones de pesetas, según las estimaciones más moderadas.La conversión de estas dos pesetas en impuestos implicaría que las empresas refineras dejarían de percibir los 45.000 millones transformados. De ahí que la decisión sea tan conflictiva y esté generando un debate interno tan fuerte en la la Administración. El Ministerio de Industria insiste en que las dos pesetas que Economía pretende convertir en impuesto son una imposición de la Comunidad para permitir la transición de un régimen de precios intervenidos de los combustibles a uno de precios máximos y aumentar las posibilidades de competencia en ese régimen, que actualmente está en vigor.

Un duro más

Además, Economía mantiene viva la hipótesis de que no sólo es posible sino que será inevitable aumentar en cinco pesetas la fiscalidad de los hidrocarburos. Si bien la conversión en impuesto de las dos pesetas de adaptación a los precios máximos no produciría efectos inflacionistas, puesto que ya se están pagando, una nueva subida tributaria de gasolinas y carburantes sí tendría consecuencias peligrosas para el IPC. En función de las fuentes que se consulten, una subida de cinco pesetas en el litro de gasolina tendría un impacto de entre 0,4 y 0,6 décimas en la inflación. Una variación muy estimable si se tiene en cuenta que la inflación española en 1996, según las previsiones oficiales, tiene que estar por debajo del 3%.Si finalmente el Gobierno se decide a aumentar la fiscalidad en siete pesetas, cada litro de gasolina soportaría un impuesto de casi 70 pesetas (69,6 pesetas para ser exactos) y reduciría el margen de tributación que existe entre España y Europa. Se da la circunstancia de que los carburantes españoles son los más caros de Europa sin impuestos y están entre los más baratos una vez incorporada la fiscalidad. Las autoridades españolas disponen de una capacidad de subida fiscal de aproximadamente 10 pesetas por litro para equiparar el gravamen sobre combustibles al vigente en Europa. El Estado obtuvo en el año 1995 una recaudación de 1,28 billones de pesetas en concepto de impuestos especiales sobre hidrocarburos. Según los últimos estudios, el consumo de gasolinas, que está prácticamente estancado, es poco elástico a las variaciones de precios.

Por otra parte, el precio máximo de la gasolina súper (con plomo) subirá 10 céntimos por litro a partir de las cero horas de mañana sábado; así, el litro de súper no podrá costar más de 119,3 pesetas, según los cálculos realizados por la Dirección General de la Energía. El precio de la gasolina sin plomo no se modifica y se mantiene en 113 pesetas por litro.

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