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Un fallo de divorcio obligado por apostasía del islam moviliza a la sociedad civil egipcia

El matrimonio cairota condenado se exilio a Holanda tras la primera sentencia

El caso del profesor de la Universidad de El Cairo Nasr Abu Zeid, de 53 años, y su esposa, la también profesora Ibtihal Yunis, de 38, ha conseguido despertar a una buena parte de la comunidad cultural egipcia. Ésta considera que la sentencia que declara al profesor reo de apostasía del islam por sus escritos y que, por tanto, debe divorciarse de su mujer, es sencillamente "terrorismo intelectual que amenaza el desarrollo y las libertades en Egipto". Los abogados integristas islámicos no van a conseguir que el matrimonio se separe, pero ya ha logrado propaganda para sus tesis.

Dados los antecedentes de asesinato o de intento de ello contra algunas figuras civiles en Egipto, esta sentencia definitiva dictada a primeros de este mes de agosto no sólo amenaza la "libertad de pensamiento y expresión", sino la propia vida de Abu Zeid quien, junto a su esposa, se exilió en Holanda después de que un fallo dictado en junio de 1995 por el Tribunal de Apelación diese la razón a los demandantes y condenase al profesor a divorciarse de su esposa, ya que una musulmana no puede estar casada con un infiel y menos con un apóstata.Lo que comenzó como una controversia académica en el departamento de Literatura Arabe en la Universidad de El Cairo en 1993, cuando un miembro del claustro que debía considerar la promoción del profesor Abu Zeid se opuso a ella por entender que los escritos y las investigaciones - 12 libros- del aspirante "eran claras afrentas al islam", ha terminado por convertirse en una polémica sobre el modelo de sociedad en Egipto.

Porque la discusión académica cruzó los muros de la Universidad y un grupo de abogados que inspira un jeque llamado Yusef Al Badri, desde hace tiempo dedicado a demandar a todo aquel famoso que defienda principios civiles, comenzó su guerra santa contra Abu Zeid por apóstata.

En enero de 1994 la demanda fue desestimada en primera instancia, pero los abogados integristas recurrieron al Tribunal de Apelación de El Cairo, que el 14 de junio de 1995 aceptó sus tesis, lo que decidió al matrimonio a abandonar el país, pese a proseguir con su defensa ante los tribunales.

Ángeles y herencias

Para el Centro de Ayuda Legal de los Derechos Humanos, el fallo del Tribunal de Apelación se basó en la propia interpretación que el juez hizo de los escritos de Abu Zeid y no en los principios de las leyes egipcias, por lo que resulta asombroso que el Tribunal de Casación, cuya sentencia es definitiva, haya dado ahora la razón al de Apelación, lo que en su opinión "viola la Constitución egipcia, que garantiza la libertad de creencia, opinión y expresión".La sentencia en este caso, decía un comunicado de la Organización Egipcia de Derechos Humanos (OEDH), crea "una atmósfera de odio y fanatismo religioso", y supone "una seria amenaza para un gran número de escritores e intelectuales sólo por exponer sus opiniones". La organización recordaba que el escritor Farag Fuda fue asesinado sólo unos días después de que los ulemas de Al Azhar declarasen que sus escritos estaban "llenos de animosidad contra todo lo islámico".

Cuando la Yamaa Islamiya (Asamblea íslámica), el grupo violento integrista más activo en Egipto, se responsabilizó del asesinato del escritor en junio de 1992, dejó claro que sólo habían llevado a cabo el castigo islámico apropiado a la luz de las acusaciones hechas por los ulemas de Al Azhar".

Y si no es el gran foco islámico de la Universidad de Al Azhar, que por supuesto no relaciona sus dictados con la comisión de atentados, puede ser cualquier otro jeque que emita una fatua (decreto islámico) y condene a muerte directamente a quien considere apóstata o blasfemo, como la que dictó el ayatolah Jomeini en Irán y que condena a muerte al escritor Salman Rushdie. 0 la que pesa sobre el premio Nobel de Literatura egipcio, Naguib Mahfuz, que fue apuñalado en el cuello en 1994 -aunque sobrevivió- a raíz de una fatua emitida en 1988 por Omar Abdel Rahman, un jeque ciego que está condenado a cadena perpetua en Estados Unidos como culpable de haber inspirado el atentado del World Trade Center de Nueva York en 1993.

Los teólogos de Al Azhar acusan a Abu Zeid de negar, por ejemplo, la existencia de los ángeles o de rechazar el principio que establece para el hombre el doble de la herencia que para la mujer. Abu Zeid que, al igual que su esposa, ha reiterado que sigue siendo un creyente musulmán y que esa sentencia no le hará cambiar, defiende la tesis de que la interpretación del Corán ha estado influida siempre por el contexto de la época. Su tesis doctoral La hermenéutica del Corán según Ibn Arabi estudia esos aspectos en los textos de ese místico sufí murciano del siglo XIII.

Para las organizaciones de derechos humanos, y los propios intelectuales, ha llegado el momento de enfrentarse con quienes "pretenden llevar a Egipto a la oscuridad medieval", como afirmó el secretario general de la OEDH, Mohamed Moneib, para quien la sentencia del Tribunal de Casación "es una licencia para matar y no sólo pone en peligro la vida de Abu Zeid y de su esposa sino la de toda la sociedad civil en Egipto".

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