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Reportaje:

El PP de Cataluña, partido por dos

El pacto con CiU agudiza la división entre los conservadores catalanes

Enric Company

Dos ideas sobre su papel en Cataluña llevan años chocando en el seno del Partido Popular (PP) sin que ninguna de las dos consiga imponerse. La primera, que se mantiene desde la ya lejana época de Alianza Popular, sostiene que la organización regional del PP debe ser el bastión español y que su función es la de frenar al separatismo catalán, cobijado bajo las posiciones, a su entender ambiguas, de Jordi Pujol y Convergència i Unió (CiU). Su adalid actual es Aleix Vidal-Quadras, presidente regional. La otra idea es que para ser una fuerza mayoritaria en Cataluña, el PP tiene que integrarse sinceramente en la estela del catalanismo político y disputar desde ella a CiU la hegemonía en la amplia franja de las clases medias catalanas, que son moderadamente catalanistas pero no nacionalistas. Los abanderados de esta idea son el ex centrista Jorge Fernández Díaz, hoy secretario de Estado para las Administraciones Territoriales, y el ex convergente Josep María Trias de Bes.Las dos partes están convencidas de que el triunfo de la contraria llevará al PP catalán al desastre o la irrelevancia. José María Aznar y la cúpula del partido han utilizado alternativamente las dos ideas, según les ha convenido. Cuando a partir de 1989 estuvieron interesados en atacar a CiU en su condición de sostén del Gobierno de González, dieron alas a Vidal-Quadras. Fue la etapa en que la derecha española jaleó la denuncia de un genocidio lingüístico en Cataluña contra el idioma castellano formulada por Vidal-Quadras.

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Pero estos mismos dirigentes auparon a Trias de Bes cuando en 1995 su interés fue elevar el techo electoral en Cataluña mordiendo en las capas más moderadamente catalanistas del centro derecha señoreado por CiU. Aznar sentó entonces solemnemente en un mitin la que, según afirmó, sería la orientación definitiva de su partido en Cataluña: centrismo, moderación y enlace con la tradición del catalanismo político conservador. El propio PP definió aquella toma de posición como un giro catalanista. Se acabó el genocidio lingüístico.

La superposición de los dos discursos nunca ha cuajado en una unidad interna de la organización catalana del PP. Esto no parece haber preocupado en exceso a la dirección. Aznar, Francisco Álvarez Cascos y Javier Arenas -que en 1991 fue delegado de la dirección en Cataluña- impusieron a Vidal-Quadras en 1991 al frente de la organización, pese a que se hallaba en minoría en el congreso, en sustitución de Fernández Díaz. Y le han mantenido en ella incluso después del giro catalanista.

De ese giro y del fichaje de Trias de Bes en 1995 esperaba la dirección del PP aumentar en un 50% sus diputados en Cataluña en las últimas elecciones legislativas. Pero no fue así. El PP repitió los mismos ocho diputados de 1993. Una vez más, el PP de Cataluña no pudo aportar unos escaños que resultan imprescindibles para formar una mayoría absoluta. CiU le ganó la batalla por el electorado de centro derecha. Y los socialistas se la ganaron en el cinturón de Barcelona por el electorado popular, donde los estrategas electorales del PP confiaban en obtener de los votantes castellanohablantes el premio a la denuncia del genocidio lingüístico.

Aquel fracaso acentuó la división en el PP. Trias de Bes acusó a Vidal-Quadras de haber saboteado con sus posiciones en materia lingüística la campana por el electorado catalanista moderado. Vidal-Quadras acusó a aquél de alinearse con Fernández Díaz, a quien considera un criptoconvergente.El pacto de Gobierno sellado por Aznar y Pujol exacerbó aún más la fosa interna. El ala centrista creyó llegada la hora de sustituir a Vidal-Quadras, puesto que se entraba en una etapa de colaboración con CiU.Vidal-Quadras, en cambio, abogó, primero, por continuar el enfrentamiento con CiU en Cata]uña alegando que el pacto del PP con los nacionalistas sólo se refiere a la política general española. Después, viendo que eso era imposible, abogó por una simetría: el PP daría a CIU en Cataluña lo mismo que CiU diera al Gobierno de Aznar un pacto para sostener a un gobierno en minoría-.Pero el PP de Cataluña ha tenido que dar este apoyo a cuenta de la gobernabilidad en España. Es decir, sin un pacto catalán.

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Para compensar la sumisión parlamentaria ante CiU, Vidal-Quadras se refugió entonces en la defensa ideológica de sus posiciones y pasó a atacar al nacionalismo catalán y vasco sólo en tanto que doctrinas disolventes de la unidad de España. Es lo que hizo el 6 de agosto en una conferencia en Santander y lo que, finalmente, le ha hecho chocar incluso con su Gobierno.

La dirección del PP lleva meses dudando sobre qué hacer con su organización catalana. Apenas tres semanas después de haber ganado las elecciones, Aznar afirmó el 21 de marzo, en una entrevista en TV-3, que en el PP de Cataluña no habría cambios hasta el otoño. Otoño es el 28 de septiembre, fecha en la que el PP celebrará sus congresos regionales.

Vidal-Quadras ha aprovechado la espera para reafirmarse como líder indiscutible del antinacionalismo catalán y vasco y como defensor de la españolidad de Cataluña. Es lo que hizo con su conferencia en Santander. Para Aznar no es fácil sacrificar a un dirigente que ha adoptado estas posiciones. Sin embargo, Vidal-Quadras fue más lejos que nunca en la citada conferencia y recriminó al propio PP -y al PSOE- haber renunciado a defender estas posiciones y doblegarse ante CiU y el PNV para mantenerse en el Gobierno.

Que un dirigente regional lance este tipo de acusaciones contra el Gobierno de su propio partido es difícilmente aceptable y así lo ha dejado claro el vicepresidente Francisco Alvarez Cascos. Los adversarios internos de Vidal-Quadras esperan que con este lance Aznar se decida a colocar al frente del partido en Cataluña a un dirigente capaz de colaborar con CiU y, por eso mismo, capaz de penetrar en el electorado catalanista moderado. Lo que no está claro es si ese dirigente existe.

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