Culmina la recuperación del primer rastro de la humanidad, en peligro de destrucción
El público no podrá ver las huellas de Laetoli (Tanzania), de hace 3,6 millones de años
Las setenta impresiones de los pies de dos homínidos, tal vez tres, que caminaron hace 3,6 millones de años sobre la ceniza recién caída de un volcán en erupción en la actual Tanzania, son el único rastro de los primeros antepasados de la humanidad que anduvieron erguidos. La vegetación y las lluvias estaban poniendo en serio peligro estas huellas descubiertas en 1977 por la célebre arqueóloga Mary Leakey y recubiertas de tierra poco después, tras su análisis. Las operaciones emprendidas en 1993 por la Fundación Getty y el Gobierno de Tanzania para consolidar y proteger este tesoro paleontológico único están a punto de terminar con el enterramiento de nuevo de las pisadas bajo materiales protectores.
Tras una erupción volcánica hace unos 3,6 millones de años, unos homínidos caminaron sobre las cenizas que cubrían el suelo; otra capa de cenizas cubrió sus pisadas; el rastro se quedó marcado y la ceniza se convirtió en piedra. Mary Leakey, al analizar las huellas de Laetoli, concluyó que uno de los individuos que las habían hecho parecía haberse detenido y mirado hacia atrás por encima de su hombro antes de continuar su camino en dirección norte. "Este movimiento, tan intensamente humano, me conmovió. Hace 3,6 millones de años, un antepasado remoto, como usted y como yo, tuvo un instante deduda", escribió la famosa arqueóloga.En la plancha de piedra se conservaron durante Millones de años los dos rastros de pisadas, unas más grandes y otras más pequeñas, 27 metros en total, pero las raíces de las acacias habían penetrado en la capa de tierra con la que los arqueólogos cubrieron las huellas una vez estudiadas, en 1979.Es una medida corriente en arqueología si no se puede garantizar la protección de los restos de otro modo, y Laetoli está en una región de Tanzania demasiado apartada para garantizar su vigilancia constante.
Ante el temor de deterioro del rastro, el Instituto de Conservación Getty, estadounidense, financió los estudios emprendidos con la Unidad de Antigüedades de Tanzania para evaluar el estado de las huellas y tomar la medidas necesarias de conservación. Las campañas de actuación que comenzaron en 1993 culminan el próximo mes de septiembre, informa el instituto. No sólo se han ido desenterrando las huellas para ser estudiadas y fotografiadas, sino que antes de volverlas a cubrir de tierra se están consolidando y restaurando donde el daño de las raíces de acacia ha sido mayor.
Se han eliminado más de 150 árboles y, para proteger los rastros de la infiltración del agua y de la agresión de la vegetación, se están cubriendo con arena de río y tierra y unas capas de material textil impregnado con productos químicos para proteger la piedra, al tiempo que permite la respiración y evita la penetración de las raíces.
La decisión de volver a enterrar el yacimiento ha sido tomada tras un debate entre científicos y también políticos sobre la oportunidad de mantenerlo visible para el público, pero la precariedad de medios del Gobierno tanzano y el hecho de que sea una medida reversible han inclinado la balanza en favor del enterramiento protector. Como contrapartida, se proyecta exhibir la reproducción de las huellas y material relacionado con ellas en dos museos, del país.
El equipo de Leakey
Fueron dos arqueólogos del equipo de Mary Leakey los que descubrieron, por casualidad, las huellas de Laetoli durante una exploración de la zona. Uno de ellos se agachó para recoger una boñiga de elefante y tirársela a un colega cuando vio en el suelo unas huellas grabadas en la piedra. No sólo los dos homínidos -australopitecos afarensis- dejaron las marcas de sus pies -sorprendentemente parecidas a las de los humanos actuales- en la capa de ceniza volcánica, sino también otros muchos animales. Estas huellas son la evidencia más antigua que se conoce de la habilidad de los antepasados del hombre de caminar erguidos y se consideran uno de los más importantes descubrimientos en el estudio de la evolución humana. Los rastros de Laetoli demostraron que aquellos homínidos eran completamente bípedos casi un millón de años antes que las herramientas más antiguas conocidas, sentenciando el largo debate en paleontología acerca de qué había ocurrido antes en la evolcuión humana: si la habilidad de caminar erguidos o el desarrollo del cerebro que acabó creando herramientas.
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