Protesta por la prohibición de la venta ambulante
Martín García, de 35 años, vive de vender llaveros e insignias con la imagen de la Paloma y gorras de chulapo. Su temporada alta son los 11 días de fiestas de San Cayetano, San Lorenzo y sobre todo la Paloma, patrona del barrio donde vive. Durante los tres días de la Virgen monta el puesto en la calle de Calatrava, sin permiso, lo que en el argot de los ambulantes se conoce como piratear.Este año no ha podido ser. La junta de distrito lo ha prohibido. La Policía Municipal ordenó quitar los puestos el primer día, y ayer noche, ante la insistencia de los ambulantes, les retiró el género a la venta. García asegura que, antes de manifestarse ayer en la calle pidiendo firmas de apoyo a los viandantes, lo intentaron por las buenas. "Hicimos lo que nos dijo la edil de distrito, María Antonia Suárez. Le llevamos una lista con los DNI de todos los vendedores y no sirvió para nada", explicó.
Este año sólo estaba permitido instalar puestos en la plaza de la Paja, adjudicada a una asociación de feriantes. "si quieres montar ahí, tienes que pagar 35.000 pesetas por metro. Es mucho para nosotros [20 personas con bisutería]", aseguró García.
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