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Reportaje:

Orán, de espaldas a los integristas

El asesinato del arzobispo Claverie sorprende a la ciudad argelina, que quiere olvidar la guerra

Espectacular, pero aislada, la violencia terrorista que azota la ciudad argelina mediterránea de Orán no impide que la población se dedique a sus trabajos habituales. Orán que, a pesar de su reputación de ser un lugar tranquilo y acogedor, ha perdido víctimas del terrorismo a tres de sus grandes hombres (el dramaturgo Abdelkader Alloula, el músico Cheb Hasni y, finalmente, el 1 de agosto, al arzobispo Pierre Claverie), manifiesta a su manera su renuncia al extremismo.La ciudad resultó doblemente alcanzada por la bomba que mató a Claverie. Por una parte, a causa de la personalidad de un prelado cuyas posiciones eran bien conocidas y, por otra, en razón de la imagen de una ciudad considerada una de las más tranquilas y hospitalarias de Argelia.

Orán, de 600.000 habitantes, atrae a toda un contingente de población del interior del país que se siente en peligro hasta el punto de que en algunos barrios llega a haber problemas de abastecimiento. Las playas que bordean su espléndida cornisa costera están repletas de turistas procedentes de Argel y Francia.

Cada vez son más los jóvenes de la capital, de Constantina y de Blida que tratan de inscribirse a las dos universidades, la de Ciencias y la de Letras, de una ciudad que ya cuenta con 30.000 estudiantes. Aunque tengan ganas de escapar, al menos admiten que aquí el ambiente es menos estresante.

Desde el comienzo de la crisis argelina, los atentados han sido menos frecuentes en Orán que en Argel. Eso sí, han tenido como objetivo personajes ilustres como el dramaturgo Abdelkader Alloula o el cantante popular Cheb Hasni, asesinados en 1994. Pero precisamente la población de Orán encuentra en estas tragedias la fuerza para evitar que la presión islamista asfixie una ciudad famosa por su influencia española, su tradición liberal y cálida.

Orán cuenta con extranjeros de 77 países, principalmente del Magreb y del Africa negra. "Vivo en Orán de la misma manera ahora que hace 10 años. La ideología islamista no es la nuestra aquí", dice un funcionario de la wilaya (prefectura).

La vida cotidiana ofrece su resistencia. Las playas, las terrazas de los cafés, las lecherías, están llenas de gente de todo tipo. Se bebe cerveza y pastís. Con velo o sin él, las mujeres deambulan riendo por las calles de Mehbi-Ben-Larbi y Emir-Abd-El-Kader.

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En la playa, lucen trajes de baño cada vez más escotados. Los hombres comentan apasionadamente la victoria del USM Alger en el campeonato de fútbol, sacándole poca ventaja al MC Orán.

Festival de teatro

El público invadió el teatro al comienzo del verano, con motivo de un festival anual organizado por la viuda de Alloula, así como el llamado Teatro del Verdor, en el paseo marítimo, para el festival de la canción popular, que rendía homenaje a Cheb Hasni. El día de la clausura del Festival de Teatro, una amenaza de bomba obligó a la policía a evacuar la sala a las seis de la tarde. Dos lloras después, volvió la multitud, incluso más nutrida.A la cabeza de esta resistencia, las mujeres son las más activas, tal y como demuestra la diversidad de sus organizaciones. Su coordinación con los militantes sindicalistas y políticos, el día después del entierro de Alloula, el 17 de marzo de 1994, es el origen de la mayoría de las marchas y otras actividadaes prodemocráticas que han tenido lugar en la ciudad desde entonces.

"En Orán, se escucha y se protesta más. Argel y otras ciudades esperan mucho de nosotros", afirma Yamina. "Las mujeres de Orán son más independientes y más liberadas", asegura una periodista. Han logrado cambiar el Código de la Familia, específicamente el artículo que autoriza a un esposo divorciado quedarse con la vivienda aunque la mujer tenga la custodia de los hijos.

¿Fantasía o realidad? No es raro oír a algún oranés decir que las cosas están cambiando en Argelia que, después de haber sido sometida, la población empieza a reaccionar, a liberarse, a vivir con normalidad, a salir, a protestar contra una policía considerada incluso peligrosa porque atrae a los terroristas.

Se está llegando a la conclusión que una de las mejores formas de luchar contra los islamistas es ignorándoles. Se dice que va menos gente a las mezquitas y que mucha gente incluso parece entusiasmarse con la idea de trasladar el día festivo del viernes al domingo.

El resto de Orán no ha olvidado que en las elecciones municipales de junio de 1990, además de en las legislativas de diciembre de 1991, la ciudad también votó al Frente Islámico de Salvación (FIS). Tampoco olvida que, tras las elecciones presidenciales del 16 de noviembre de 1995, el candidato del partido Hamás, islamista, obtuvo el 34,39% de los votos. Un militante no esconde su decepción ante los modernistas que "ya no creen en la democracia" y que ponen mala cara ante las urnas". Concluye: "Orán todavía no ha ganado, y no es el momento de descansar".

Le Monde / EL PAÍS

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