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La larga espera del alba

Cientos de inmigrantes sufren colas de madrugada para pedir la residencia

, Desde hace semanas, decenas de inmigrantes ven salir el sol delante de la Brigada Provincial de Extranjería y Documentación de la calle de Moratín, en Centro.

La proximidad del 23 de agosto, fecha en que finaliza el plazo de regularización especial de ilegales iniciado en abril, ha provocado una avalancha de solicitantes de permisos de residencia no laboral para ellos o para sus familiares en esta oficina del Ministerio del Interior.

Cada día los funcionarios establecen un cupo de peticionarios que pueden atender, así que lo fundamental para quien quiera resolver su trámite es llegar de los primeros, tal y como informó el martes pasado Telemadrid. Desde las tres de la madrugada hay inmigrantes haciendo cola.

Anteayer, a las ocho de la mañana la fila superaba el centenar de personas. Entre ellos, numerosos niños adormilados por el madrugón, ya que para tramitar la residencia de los menores, es obligatoria su presencia. Y fue una jornada de suerte, porque todos fueron atendidos sin tener que regresar al día siguiente. Algo que no siempre ocurre. Las esperas son moneda común en los trámites de extranjería, pero con la llegada del mes de agosto la situación ha empeorado.

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"El martes vinimos a las siete y nos quedamos fuera", dice un inmigrante

VIENE DE LA PÁGINA 1Marcelino (nombre ficticio), un sastre angoleño, su esposa y sus dos niños de siete y dos años llegaron el miércoles a la cola antes del gallo. "El martes vinimos a las siete de la mañana y nos quedamos sin turno", afirma.

Por eso, el miércoles a las tres de la madrugada abandonaron en coche su domicilio de Alcorcón y, una vez en la calle de Moratín, los niños se quedaron durmiendo en el vehículo con uno de los progenitores mientras el otro aguardaba el turno. El padre tiene un permiso de trabajo y -residencia desde hace seis años y ahora quiere legalizar la situación de su mujer e hijos.

Ana Chaves, una enfermera peruana que desea traer de su país a sus dos hijos pequeños, llegó también a la cola a las tres de la madrugada. Era la tercera vez. Las dos primeras hizo el viaje en balde.

Elisabeth, una caboverdiana de 37 años, tuvo suerte. Llegó el miércoles a las siete de la mañana a la fila y consiguió entrar. Con permiso laboral como empleada de hogar, quiere renovar los papeles de su hijo de trece años y obtener la residencia del pequeño, de ocho.

A la comisaría de Los Madrazo, sede de la Brigada, donde se tramitan y entregan los expedientes recogidos en Moratín, están llegando numerosas quejas por estas esperas.

Los agentes creen que el fin de plazo de la regularización está poniendo nerviosos a los inmigrantes ya que, según aseguran, están soportando enormes colas personas que no dependen de esta medida excepcional y que pueden tramitar sus permisos en cualquier otro momento sin aguardar tanto.

"Comó, algunos inmigrantes no saben si tienen que presentar o no sus papeles antes del 23 de agosto, lo hacen por si acaso. Eso provoca aglomeraciones", explican en Los Madrazo. Reconocen que también influyen las vacaciones.

Según afirman los afectados y los comerciantes de la zona, las colas han existido desde que hace un año se abriera esta oficina. Aunque ahora se han recrudecido. Antes, los inmigrantes se apiñaban en la calle de Los Madrazo.

"En las largas esperas se ven bastantes niños y, a veces, hay adultos que, derrotados por el cansancio, se ponen a dormir, en cartones", explica un industrial del barrio.

El momento culminante de la espera es cuando, a las nueve menos cuarto de la mañana, uno de los agentes reparte los números que fijan el turno de atención. Mientras los primeros entran, el resto aprovecha para tomarse un tentempié. Quienes quedan fuera de turno se marchan defraudados.

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