Reflexión sobre la pobreza
Eran la 17.05 de un miércoles. Al llegar el convoy del metro a la estación de Lima, sentido Avenida de América, me levanto del banco del andén para pasar al vagón de cabeza.Estando ya dentro se acerca a la puerta un hombre que viste uniforme de guarda de seguridad y me dice que baje (en el lenguaje despectivo del que piensa se dirige a alguien inferior y que, por tanto, no merece el mínimo respeto de un ser vivo susceptible de sentir).
Le contesto que tengo prisa y no quiero perder el convoy. Se exaspera y me pide el billete. Se lo muestro. Es correcto. Ante mi sorpresa, insiste en que baje. Me resisto al tratarse de una orden gratuita y fuera de lugar.
De forma violenta (ante la gente que esperaba) trata de conseguir que baje, ante lo que me deja dos opciones: Iuchar ante la agresión o bajar y acudir a la policía o jefe de estación para denunciar su comportamiento, propio de un delincuente. Opto por lo segundo.
Por fin me dice que el conductor del convoy le avisó de que yo iba pidiendo limosna, lo que, además de ser falso, tengo entendido que no es delito: el delito es quitar o agredir.
¿Sería cierto que el conductor mintiera graciosamente?
Una vez en presencia del encargado de la estación, y después de rellenar una hoja de reclamaciones, al cabo de casi media hora sigo mi camino.
Para mí fue una lección sentir por un momento lo que tendrán que tolerar algunos que, además de soportar la pobreza o una situación difícil, se encuentran con el desprecio social de algunos individuos como éste, que, a pesar de tener su graduado escolar (EGB), ni ha captado ni va dando ejemplo de lo que muchos tratan o tratamos de inculcar a nuestros hijos: la dignidad y el, respeto humanos no dependen de la situación social ni de que se vaya mejor o peor vestido.
Mucho se habla de otras discriminaciones, quizá resulte grotesco hablar de aquella entre pobres y ricos, a veces, el comportamiento de algunos individuos con cierta responsabilidad parece representar un muro de discriminación social entre estos dos mundos que conviven en las mismas ciudades. Mientras unos luchan y se sacrifican por una sociedad más justa, algunos otros no disimulan, ni en las formas, la real marginación de muchos.-
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