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Tribuna:HOGUERAS DE AGOSTO
Tribuna
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Peligros por tierra y mar

De cómo, en una misma noche, se puede sobrevivir a Sofía Mazagatos y Gabriel Cañellas.

La XV Copa del Rey, que empieza mañana, concentra en el Club Náutico de Palma de Mallorca a la flor y nata del arte de la regata, cuyos misterios y placeres se me escaparían del todo si no fuera por el aliciente de contemplar decenas de muslos y bíceps, doraditos como panes, emergiendo del pantalón corto y la camiseta reglamentaria que lucen los concursantes, algunos de muy rancio abolengo, como no ignoran. Ahora mismo se les puede ver, sudorosos y sonrientes, entregados a los preparativos, que en el argot llaman mediciones, y no me pregunten la razón, porque la única vez que seguí una Copa del Rey, en la embarcación de periodistas, me pasé las horas mirando al lado que no era, y sólo me enteré al final, cuando ya había agarrado una descomunal tortícolis y un considerable cabreo profesional. Los organizadores de Puig, que son . muy amables, me han reiterado el ofrecimiento para esta edición, y yo les he dicho que, si no tengo más remedio que embarcarme de nuevo, me llevaré un libro.Y no es miedo lo que hace que me sienta reacia a las incursiones marinas, pues la otra noche ejecuté la proeza de sumergirme en el Nemo -minisubmarino que opera en la, costa, para que los turistas flipen contemplando la fauna de ahí abajo- con veintitantas bellezonas aspirantes al título de Miss Baleares y, como madrina, Sofia Mazagatos, la mujer que pasará a la historia por haber puesto de moda las expresiones "es muy duro estar todo el día en el candelabro" y "no me quieras sacar tanto de la lengua". Allí fui, armada de cuaderno y bolígrafo, y previamente preparada para resistir lo que viniera mediante un baño de endurecedor de uñas Christian Dior con el que me unté onda chica de Goldefinger, dejando sólo un respiradero a la altura del hueso sacro para que no me diera una asfixia. De tal guisa descendí a las profundidades mediterráneas, después de haber descendido por la escalera de la escotilla, hazaña, esta última, que las otras realizaron con tacones, y aún me estoy preguntando cómo lo consiguieron y por qué no las han puesto en el Guinness.

Total, que una vez sentada, miré por la ventana u ojo de buey y comprendí que, en el exterior, la oscuridad más profunda y amenazante me rodeaba, aliviada únicamente por la aparición de un resto de bolsa de plástico. Por dentro, el Nemo es como la nave de Star Trek, pero sin locazas con mallas, y semejante sobriedad me dispuso para recibir con gratitud cualquier cosa que Mazagatos se sacara de la lengua. Algo ha sucedido, sin embargo: lo más probable, que en vez de tener un asesor de imagen ahora disfrute de un asesor de verbo, porque estuvo toda la noche en plan Belinda, y ello hizo más dura, si cabe, la breve inmersión.

Por lo demás, el episodio del Nemo puso colofón a una noche de lo más completa, porque, horas antes, asistí en un hotel a la fiesta de homenaje póstumo dada a la memoria de Joseph Schörghuber, definido en la invitación como "mecenas del arte, la cultura y la infancia". Herr Schörghuber, calificado como "hombre de gran visión, de futuro" porque, en Alemania, acabada la guerra, decidió dedicarse a la construcción -no iba a meterse a decorador de interiores, tal como quedó el solar-, fue uno de esos alemanes que salieron de Baviera y se instalaron en otro lugar, en este caso, Mallorca, y que, en su nuevo destino, se convirtieron en próceres. Aquí, entre lo mucho bueno que dejó hecho, estuvo a punto de urbanizar Cala Mondragó y ponerla perdida de construcciones; la presión ciudadana contra el proyecto fue tal que el Gobierno balear tuvo que frenarle, con una compensación, eso sí: le pagaron 3.500 Millones de pesetas, en plazos diferidos y con la condición de invertirlos en la isla y crear puestos de trabajo.

No es de extrañar que la fiesta tuviera un toque Corleone notable, que aumentó cuando hizo acto de presencia el vero y propio, y con dos procesos pendientes, Gabriel Cañellas. Cañellas fue agasajado por los mismos que, minutos antes, le estaban criticando, y yo pensé en lo fácil que se está poniendo toparse con gente como Cañellas, Rodríguez Galindo o el propio exterminador de judíos Priebke, mientras al ecologista de Greenpeace Peter Schwartz se le impide pisar suelo por lo de Mururoa.

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