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Tres británicas logran aplazar durante 21 días la destrucción

Isabel Ferrer

Al menos tres mujeres británicas, cuya Identidad no ha sido desvelada, han conseguido retardar durante 21 días la destrucción de sus embriones congelados para ellas y sus parejas por clínicas especializadas en tratamientos de fecundación artificial.En uno de los casos, el Tribunal Supremo concedió el aplazamiento en Liverpool para que los jueces puedan estudiar si un centro londinense comprobó la fecha exacta de donación del semen. De haberse producido ésta antes de 1991, el margen de cinco años impuesto por la ley para la conservación del embrión puede haber sido vulnerado.

Graham Ross, abogado de esta demandante, ha señalado que ella creyó que el embrión sería guardado indefinidamente. Ahora está separada de su esposo y no puede convencerle de que firme los documentos que le permitirían conservarlo. Tampoco logrará que le sean implantados sin el consentimiento del padre genético. Al enterarse, dos días antes de que expirara el plazo legal para no perderlos, de que aún podía intentarlo, pidió a su letrado que defendiera "el derecho a conservarlos". Si gana el caso, las clínicas, en su mayoría privadas, encargadas de eliminar los embriones, pueden ser demandadas por otras parejas en busca de indemnizaciones millonarias.

Las propias clínicas y hasta los médicos de cabecera han reconocido ahora que les ha sido imposible localizar a algunos padres genéticos. En una ocasión, un matrimonio fue trasladado a una base aérea estadounidense con el regimiento del Ejército británico del Aire al que pertenecían. El facultativo no consiguió que las Fuerzas Aéreas le dieran su nueva dirección y ahora no saben que sus embriones serán eliminados. En el caso de donaciones anónimas de semen, el consentimiento del donante es también requerido para conservarlos. La muerte de uno de los miembros de la pareja original entorpece también su preservación legal.

Rigidez normativa

La ley que ordena la destrucción fue promulgada, en 1991 sin la oposición de ningún grupo parlamentario. En 1993 una revisión general tampoco registró voces disonantes. Desde entonces, los embriones congelados y no reclamados por sus progenitores genéticos no pueden almacenarse durante más de cinco años. Algunos juristas han sugerido ahora que no hacía falta ser tan rígido y el Gobierno debió mostrar mayor flexibilidad en este asunto.Según John Scarisbrick, presidente del grupo de presión católico Life, el uso de nombres falsos, muy común entre los donantes anónimos de semen, significa que es a veces imposible localizarlos.

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