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La picota, último capítulo

El Berrueco mueve un monumento medieval tras meses de polémica

Vicente González Olaya

La picota de El Berrueco (335 habitantes) cambia de sitio. Por fin. Tras más de diez meses de polémica, Patrimonio ha comenzado la rehabilitación y traslado del monumento, considerado por unos un instrumento de tortura y por otros un rollo jurisdiccional de piedra, es decir, un símbolo de que este municipio tenía permiso para impartir justicia. El alcalde, Mariano Gómez, independiente, se muestra contento. Alfredo García, del PP, portavoz de la oposición, y que se sigue oponiendo al traslado, comentó ayer: "He hecho todo lo que he podido. Estamos en un país donde la ley no se cumple". Y esgrime la Ley del Patrimonio Histórico, que prohíbe el traslado de monumentos, "salvo que resulte imprescindible por causa de fuerza mayor".Todo comenzó a finales del año pasado, cuando la Dirección regional de Arquitectura emprendió la remodelacion de la plaza donde se erige la picota, cuyo origen tampoco está claro aunque parece que fue construida alrededor del siglo XV. Los técnicos propusieron moverla unos tres metros del lugar donde se alza -en una esquina de la plaza y junto a la carretera-. El alcalde apoyó el traslado: "Cualquier día se sale un camión de la carretera y tenemos una desgracia". En cambio, el PP no está de acuerdo: "Jamás ha habido un accidente y, sobre todo, la picota siempre ha estado en el mismo sitio. Su traslado es ilegal". Sin embargo, según la ley, un monumento puede ser cambiado de lugar, si se demuestra que fue trasladado con anterioridad.

El alcalde rebuscó entonces entre los legajos municipales hasta encontrar el libro de la Villa -del siglo XVII- donde se señala que la picota había estado emplazada en sus orígenes junto a la iglesia, distante varios centenares de metros de la plaza. Mariano Gómez demostró también que las Cortes de Cádiz en 1812 ordenaron la destrucción o traslado a las afueras de todas las picotas. Se consideraba que los pueblos no debían hacer ostentación de un monumento que tenía como fin exponer las cabezas de los ajusticiados. En El Berrueco se la llevaron a las afueras, lo que ahora es la plaza.

Los argumentos históricos no contentaron a la oposición. El alcalde convocó un referéndum. Pero la Comunidad lo desautorizó. "Los monumentos no se trasladan por decisión popular", señalaron. Finalmente, Patrimonio determinó que las teorías del alcalde eran las acertadas.

Y llega el final. La semana pasada comenzó el traslado. Los expertos descubrieron que el rollo había sido cambiado de lugar en 1934. "Ha aparecido una nueva inscripción que así lo señala", indica el alcalde. Alfredo García le replica: "Que hagan lo que quieran. La mueven por capricho, porque la picota no molestaba a nadie".

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Sobre la firma

Vicente González Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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