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Un informe oficial revela graves fallos de seguridad en los aeropuertos norteamericanos

Antonio Caño

Mientras continúa la búsqueda de restos del avión de la TWA hundido frente a la costa de Nueva York con 230 personas a bordo tras ser destruido por una explosión pasado día 17, las autoridades dicen estar "mucho más cerca" de admitir oficialmente lo que se ha venido sospechando desde el principio, es decir, la hipótesis de un atentado terrorista. Al mismo tiempo, un informe oficial conocido ayer pone en evidencia graves y frecuentes agujeros de seguridad en los aeropuertos de Estados Unidos. Ese informe, presentado al gobierno dos semanas antes de la explosión en el avión de TWA, demuestra que los detectores de metales de algunos aeropuertos son incapaces de descubrir bombas.

Según el informe, realizado por el Departamento de Transportes, agentes de policía encubiertos consiguieron entrar con bombas en distintos aeropuertos de Estados Unidos, un 40% de las veces que lo intentaron entre finales de 1995 y comienzos de 1996."Es alarmante lo fácil que resulta pasar por las máquinas de los aeropuertos con bombas en el cuerpo o en el equipaje", afirma uno de los funcionarios que tomaron parte en la elaboración de este informe, revelado ayer por el diario The New York Times. El contenido de este documento, además de aumentar la sensación de inseguridad que se ha apoderado de repente de este país, hace más factible que sea una bomba introducida en el aeropuerto de Nueva York la causa de la explosión del avión de TWA.

Los investigadores de ese caso no han facilitado todavía una versión oficial sobre lo sucedido, pero cada día que pasa los medios de comunicación mencionan más abiertamente la hipótesis del atentado terrorista, y las autoridades se inclinan más claramente por aceptar esa teoría. "No estamos aquí para, declarar lo que todo el mundo ha estado diciendo en los periódicos, pero creo que estamos mucho más cerca de hacerlo", declaró el jefe de la investigación por parte del FBI, James Kallstrom.

Los análisis de las cajas negras del Boeing 747, que cayó al mar el pasado día 17 con 230 pasajeros a bordo, siguen sin revelar ninguna anomalía que permitiera pensar en un fallo mecánico. Esos análisis han conseguido, sin embargo, reconstruir los últimos momentos del vuelo, que tenía como destino París. Después de la explosión - que, aparentemente, coincide con el sonido que se registró en la grabación de la cabina de pilotos- el avión permaneció en vuelo durante 24 segundos antes de convertirse en la bola de fuego descrita por los testigos. En total, eltiempo transcurrido entre la explosión y la caída del avión al mar fue de 41 segundos. Si la explosión se hubiera debido a un fallo mecánico, es muy improbable, a juicio de los expertos, que no hubiera quedado ningún rastro grabado en los numerosos y complejos sistemas de control del aparato, todos ellos en buen funcionamiento cuando despegó.

La hipótesis de una bomba, unido al atentado de ayer en Atlanta, obligaría a las autoridades norteamericanas a admitir la fragilidad de este país ante la amenaza terrorista. Esa fragilidad había sido ya mencionada en días recientes por numerosos expertos en terrorismo que consideran que Estados Unidos no está preparado para combatir el doble riesgo de terrorismo doméstico e internacional al que tiene que hacer frente en estos momentos.

Dotación para el Pentágono

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La pasada semana, el Senado aprobó una ley para dotar al Pentágono con 150 millones de dólares (cerca de 20.000 millones de pesetas) para combatir el peligro de terrorismo nuclear, químico y biológico. Pero algunos congresistas reconocieron que esa cantidad es insuficiente para luchar contra las amenazas actuales, una de ellas la del terrorismo doméstico.En el último año y medio, según el diario The Washington Post, la policía ha descubierto al menos dos complós de grupos de extrema derecha y racistas blancos que preparaban atentados con materiales químicos que hubieran causado daños de proporciones incalculables. El presidente Bill Clinton presentó una ley antiterrorista a raíz del atentado de Oklahoma, en 1995 (hubo 164 muertos), pero esa legislación se ha encontrado con la resistencia de congresistas republicanos y de organizaciones ciudadanas que se oponen a la aplicación de medidas que puedan limitar las libertades.

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