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El chovinismo deportivo

Que el espectáculo deportivo sea inseparable de una cierta dosis de chovinismo nadie lo niega, pero que el público reserve todo su fervor para los campeones de su país, sin el más mínimo interés por las actuaciones de los de otros países, es una especie de traición del espíritu de competición, que supone respeto al adversario y atención a sus esfuerzos. Ahora bien, en los Juegos de Atlanta parece que se ha franqueado una etapa en cuanto al desarrollo del nacionalismo deportivo que reduce lo que se juega en la competición al número de medallas obtenidas por cada delegación y transforma los torneos en batallas patrióticas. ( ... ) La identificación de los pueblos con sus campeones deportivos no es un fenómeno nuevo. Desde Hitler a Stalin, las dictaduras han abusado de estas pasiones malsanas, e incluso las democracias las han utilizado en su provecho. (...) El deporte puede ser considerado, con razón, como la continuación de la política. ( ... ) Moviliza muchedumbres y provoca, según los casos, orgullo o desolación. No es una casualidad que los participantes, aunque no todos canten el himno de su país, enarbolen en caso de victoria la bandera nacional y comuniquen con su público en la exaltación de la felicidad colectiva. ( ... ) El principio de los equipos multinacionales, dictado por consideraciones puramente económicas , combate con eficacia el chovinismo.

26 de julio

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