70 muertos en un atentado con bomba contra un tren de pasajeros cerca de la capital de Sri Lanka
Una o dos bombas colocadas en un tren en una estación próxima a una poblada zona residencial de Colombo, la capital de Sri Lanka, causaron ayer al menos 70 muertos y 600 heridos. El atentado se produjo casi al mismo tiempo que el ejército anunciaba el fin de la ocupación de una importante base estratégica tomada por los tamiles hace una semana. Las fuerzas regulares encontraron el acuertalamiento de Mullaitivu, a 280 kilómetros al noreste de Colombo, sembrado de cadáveres. Se teme que en los combates hayan perecido más de mil soldados y cientos de guerrilleros.
Los dos episodios coincidieron prácticamente con el decimotercer aniversario de una matanza de tamiles que fue el origen de la radicalización de la lucha que mantienen desde 1983 los Tigres de Liberación de la Tierra Tamil (LTTE), el mayor grupo rebelde de la minoría tamil que busca la independencia del norte y este de la isla. El 23 de julio de ese año, una masa enloquecida de cingaleses, la etnia mayoritaria de la isla de Sri Lanka (antigua Ceilán), asesinó a 600 tamiles para vengar la muerte de 13 soldados por parte del LTTE. Las autoridades temían que los tigres desatasen una ola de atentados en la capital en coincidencia con tal efeméride. De hecho, durante la jornada se decretó el estado de alerta general en la ciudad.El o los artefactos estallaron simultáneamente a, media tarde en el segundo y séptimo vagón de un tren en la estación de Dehiwal, 10 kilómetros al sur del centro de Colombo, poco antes de que emprendiera su marcha. Los dos coches quedaron destrozados y convertidos en un amasijo de hierros. Otras informaciones indicaron que la deflagración fue causada por una sola bomba. Otro artefacto, que, al parecer, se encontraba también en el interior del tren; pudo ser desactivado.
La estación se hallaba en ese momento abarrotada de personas que volvían del trabajo cuando se produjo la fuerte explosión, que fue escuchada en un radio de cinco kilómetros. Se teme que la cifra de muertos haya sido superior a 70, la mayoría de ellos pertenecientes a la comunidad cingalesa.
El pánico se adueñó completamente del lugar. Algunos de los heridos, cubiertos de sangre, huyeron de la estación semidesnudos y despavoridos ante el miedo de que se produjeran nuevas explosiones. Testigos oculares afirmaron que muchos de los cadáveres aparecían completemente destrozados. Más de la mitad de las víctimas murieron en el acto y las restantes tras haber sido hospitalizadas. Unos 600 pasajeros resultaron heridos de diversa consideración.
Dos personas fueron detenidas por la policía, pero se desconoce por ahora sus nombres. Las fuerzas de rescate encontraron entre el amasijo de hierros documentos de identidad pertenecientes a militares que viajaban en el convoy. Varios ciudadanos de origen tamil residentes en la zona buscaron inmediatemente refugio por miedó a ser linchados por irritados cingaleses.
Ningún grupo se atribuyó la responsabilidad del ataque, pero el Ministerio de Defensa acusó inmediatamente al LTTE del ataque, que se registró casi al mismo tiempo de que las autoridades anunciaran que las tropas regulares habían logrado recuperar horas antes la base estratégica de Mullaitivu, que los rebeldes asaltaron hace una semana en una de las ofensivas más espectaculares de los pasados 13 años.Sin supervivientes
Fuentes militares manifestaron haber encontrado el acuartelamiento plagado de cadáveres. Centenares de soldados irrumpieron en el lugar sin encontrar a nadie vivo. El Gobierno había enviado tropas de refuerzo para tratar de aplastar el asaltó que pilló desprevenido al contingente formado por más de un millar de hombres.
Los tigres afirman haber matado a unos 1.200 soldados en los combates que se libraban desde hace una semana. El Gobierno admite haber perdido a 300 y haber causado 400 bajas a los tamiles. Los rebeldes, por su parte, anunciaron 241 bajas, 68 de ellas mujeres. "Las tropas se encuentran en los aledaños de la base, que aparece repleta ¿te cadáveres", manifestó un portavoz militar. Los rebeldes aseguraron, al poco tiempo del asalto, ocurrido el pasado 17 de julio, que habían tomado por completo la base, extremo que el Gobierno siempre negó.
El Ministro de Defensa había anunciado poco antes de que concluyera la operación que en las últimas accionerealizadas con el apoyo de la aviación habían causado la muerte de 60 rebeldes. Los tamiles acusaron al ejército de haber bombardeado zonas civiles en el intento de poner fin a la ocupación de la base
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