Los jefes dejaron la etapa para los gregarios

Dura es la vida del gregario. Van para los casi 3.500 kilómetros de carrera y dado que el Tour está resuelto, los líderes decidieron que nada más tienen que decirse entre ellos. Bajo un calor tórrido, horas después de una etapa como la de Pamplona (entre siete y ocho horas según los casos a lomos de la bicicleta) pusieron a sus gregarios a trabajar. No tanto para que les procuraran agua en cantidad necesaria (si la etapa discurre lenta el cálculo dicta 10 bidones por barba) como para que entretuvieran la jornada por delante y se jugaran entre ellos una victoria que a los jefes ni les iba ni les venía. A 14 corredores les tocó trabajar y uno de ellos se llevó el premio, el holandés Voskamp. En el intervalo, el Festina le ganó la batalla al poderoso Telekom gracias a una sencilla fórmula: meter dos corredores en la escapada.El ONCE, por fin, consiguió un resultado menor: colocar a Jonker entre los 12 primeros de la general. Todo esto a costa de que el pelotón llegara a algo más de un cuarto de hora. Un cuarto de hora no es una diferencia imperceptible: significa correr a casi 37 kilómetros por hora (los que trabajaron) o a 34, y dado el estado en el que están las piernas y lo fuerte que aprieta el calor estos días, suele ser de agradecer. Lo agradecieron todos y nadie objetó nada a la victoria de Voskamp, segundo corredor del TVM que se anota un éxito parcial. En el sprint hubo de pelear con el alemán, Christian Henn, otro hombre destacado del Telekom. Puede que el Festina gane la general por equipos, pero la formación en boca de todos es la alemana. Tiene al maillot amarillo, al mejor joven (Ullrich) al único sprinter que ha ganado dos etapas y ha controlado la carrera.

La cuestión es que Telekom y Festina estaban separados en 33 segundos en la única clasificación por decidir, la única salvo que el suizo Dufaux pretenda apear a su compañero Virenque del tercer puesto del podio en la contrarreloj de Burdeos (están separados en 1,27 minutos y Virenque es cualquier cosa menos un contrarrelojista) para nueva desesperación de los franceses, tan satisfechos que están con Virenque, tan esperanzados por ver por fin a un compatriota en algún lugar del podio (el que sea), cosa que no sucede desde 1989 cuando Fignon perdió el Tour por ocho segundos ante LeMond. Pues bien, por no esperar a la contrarreloj para decidir entre telekomes y festinas, Napoleón Roussel, que así apodan al director del equipo francés con capital español, decidió aprovecharse de la escapada del día. Al sumar dos hombres en el grupo de 14 corredores se benefició de casi 17 minutos (para la general por equipos se suman los tiempos de los tres primeros en llegar a la meta).

Y mientras unos descansaban y 14 trabajaban, el Tour se entretuvo en una polémica menor a santo de que Alvaro Pino, director del Kelme, atropellara el miércoles al fotógrafo del diario L'Equipe, además del correpondiente motorista. Ambos sufrieron heridas leves y reclamaron disculpas. Pino dijo que nones y se armó un plante de redactores gráficos. La reacción motivó la de los directores, que se pusieron al lado de Pino. El conflicto se convirtió en la anécdota de la jornada, a falta de otras cosas que contar.