El valle del rock
7.000 asistentes consiguen resucitar el festival de música de Vallecas tras nueve años de olvido
Como en los viejos tiempos, el rock volvió a campar en la noche vallecana. Este año, además, por partida doble: el viernes y el sábado. El viejo Vallekas Rock, uno de los festivales más castizos de la historia de la democracia, ha cogido fuerzas después de nueve años sin celebrarse. Ha regresado gracias a la presión social de la popular barriada madrileña.Colectivos de ciudadanos, centenares de locales de ocio, Radio Vallekas, tiendas, asociaciones culturales, bares, colegios e institutos del barrio pedían a gritos recuperar el festival que siempre había traído a Vallecas Villa a lo más reputado del rock urbano nacional. "Para celebrar esta edición, nos pusimos en marcha en octubre", asegura Juanjo García, de la asociación sociocultural La Peña del Valle, que ha corrido con la mayor responsabilidad de la organización.
"No hemos parado de hacer cosas desde entonces para ir adelantando dinero. Hemos vendido 3.000 camisetas y 10.000 pins, organizado rifas y todo tipo de actos", afirmaba anoche con ilusión Juanjo. Y miraba emocionado a las casi 7.000 personas que botaban sobre el polvoriento terreno del campo de fútbol de Santa Eugenia, casi en el kilómetro 10 de la carretera de Valencia. "Sin embargo", reconocía un poco más triste, "no nos ha ayudado ningún organisimo oficial, y eso que solicitamos la colaboración del Ayuntamiento de Madrid y de la Concejalía de Vallecas Villa; si todo está saliendo bien, es gracias al apoyo- popular".
Era para estar contento. Las dos noches del festival han discurrido con absoluta normalidad. El festival de rock de Vallecas siempre fue impulsado por la gente, y este año más que nunca. Lejos quedan los tiempos en los que además contaba con el apoyo del alcalde Tierno, que llegó a inaugurarlo.
Antonio, un vallecano de pro, daba saltos junto a su hijo de 16 años y recordaba las ediciones históricas: "Aunque tengo muchos más años, me lo paso igual de bien que entonces. Ahora es más duro, porque nos ponen más pegas y ya no nos dejan celebrarlo en el campo del Rayo, que era más cómodo. Pero he invitado a mi hijo, que es la primera vez que acude a un concierto". Y el chico, Antonio también, estaba feliz junto a su padre: "El viejo es un enrollao, me ha pagado la entrada pero no me deja beber cerveza. Sé algo de los festivales de antes porque él me lo ha contado, pero desde ahora ya no pienso faltar a ninguno".
Los vallecanos disfrutaban. Al sueño cumplido de ver resucitado su viejo festival se añadía que el plantel de artistas era bien satisfactorio. "Elegimos a los grupos a través de 5.000 encuestas", decía Juanjo.
Tras el grupo Medina Azahara, Rosendo puso el broche con su guitarra y su voz rota. ¿Hasta el año que viene?
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