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RADIOGRAFÍA DEL SUBURBANO

Una 'montaña rusa' se construye bajo tierra

Una complejísima obra de igeniería permite al nuevo metro sortear dos túneles bajo la Castellana

Antonio Jiménez Barca

La cosa es en apariencia simple: se trata de excavar dos túneles, uno paralelo al paseo de la Castellana y otro perpendicular. Por ahí discurrirán en la primavera de 1998 los nuevos tramos de las líneas 7 y 10 del metro. Convergerán en una misma estación, situada en la plaza del doctor Marañón, actualmente en construcción. Pero ¿cómo se consigue que los túneles encajen? ¿Cómo es posible que el vecino dormido no se entere de que 15. metros por debajo de su cama una máquina de cien toneladas roe la tierra? ¿Cómo se sortean los túneles ya existentes en el subsuelo de esa parte de Madrid? La obra de la ampliación del metro que ahora se lleva a cabo en la Castellana es, a juicio de los técnicos, la más complicada efectuada hasta la fecha en el subsuelo.Si un buen aficionado a las megaobras se cuela hoy en los trabajos de la Castellana, con un presupuesto de 5.000 millones, verá a los obreros de Fomento de Construcciones y Contratas ocupados en confeccionar agujeros gigantescos reforzados de hormigón y hierro. Para noviembre, estos- deben estar preparados para alojar al primero de los dos topos -máquinas taladradoras que la empresa ha encargado a una fábrica de Canadá por 1.500 millones de pesetas cada uno. Con el hueco a punto, esta máquina comenzará a excavar a una profundidad, en algunos tramos, de unos doce metros en dirección a la plaza del Doctor Marañón. La velocidad media es de 20 metros al día. Esta tuneladora, a la que vamos a denominar topo 1, construirá el tramo que unirá en un futuro la línea 10 (que viene de Aluche y termina en Alonso Martínez) con la 8 (que ahora termina en Avenida de América).

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Todo sería más sencillo si esta zona no estuviera ya taladrada Pero por debajo de la Castellana discurren dos túneles. Uno de ellos sirve de paso al tren de cercanías que une Chamartín con Atocha. Viaja a muy poca pro fundidad y por eso quedará por encima del metro.

El más difícil todavía

Y aquí está el más difícil todavía: también existe un colector que complica las cosas. El túnel de la ampliación de la línea 10 va a quedar en un tramo por debajo de la vía del tren pero por encima de la cloaca, en una ajustada y delicada operación de trenzado con muy pocos metros de margen que los especialistas denominan enhebrado. Pasado este nudo, el paso queda libre.El segundo problema es el terreno sobre el que se asienta toda esta zona de Madrid. Antiguamente, por la Castellana pasaba un arroyo. De hecho, el nombre de la calle le viene de una vieja fuente (fuente Castellana). Todo esto conforma un terreno humedo y frágil que necesariamente ha de ser tratado con mimo, porque es propenso a derrumbarse. De eso saben bastante los vecinos de la zona de Alonso Martínez: hace casi 30 años, en unas obras de ampliación del metro similares a las que se llevan a cabo ahora, el firme se vino abajo y un socavón devoró casi una veintena de coches. Ocurrió de madrugada, a sí que no resultó herido nadie, excepto "una señora que pasaba por allí", según reza una crónica local que un técnico de la Comunidad guarda en un cajón, tal vez como amuleto contra la mala suerte. Para que nada de eso ocurra, los técnicos han preparado un novedoso sistema: según avanza el topo 1 se va reforzando la parte superior del agujero con hormigón. El tercer inconveniente es la profundidad. Se podía haber optado por una línea hundida en la tierra, a la manera de la 6, que discurre a 200 metros por debajo de la calle. Pero es contraproducente: una vez terminada, el mantenimiento que requeriría la infinidad de escaleras automáticas que son necesarias, además de las molestias que produce a los viajeros, disuadió a los responsables. "Si se estropean las escaleras mecánicas en Cuatro Caminos, mi madre, que tiene ya 80 años, tiene que quedarse a cenar allí", explica un técnico. Así que los de Fomento y Construcciones aceptaron el reto de elevar el agujero tanto como fuera posible: hay tramos de cinco metros escasos de profundidad. Esto no es todo. Otra brigada de trabajadores, éstos pertenecientes a una agrupación de varias empresas,ocupa estos días un flanco en la calle de María de Molina a fin de allanar el terreno para el topo 2, que llegará en diciembre a la capital -un mes después del anterior- y excavará desde esta calle hasta Gregorio Marañón. El presupuesto de este segundo túnel es de 2.900 millones de pesetas.

A finales de año, los dos topos trabajarán simultáneamente en las entrañas de Madrid.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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