Un hombre hiere con un machete a tres niños y cuatro adultos en una escuela infantil inglesa
La policía busca a tres menores en relación con el asesinato de una niña de nueve años
El lunes 8 de julio se recordará como un día negro en Gran Bretaña. En el curso de unas pocas horas dos sucesos con víctimas infantiles acapararon la atención de los noticieros nacionales. A primeras horas de la mañana, fue hallado en una línea férrea próxima a la localidad de Bootle (Merseyside) el cadáver masacrado a golpes de Jade Matthews de nueve años. El padre biológico de la pequeña, Alan Priest, fue detenido anoche en lo que los agentes calificaron de "interrogatorio rutinario" al tiempo que la policía continuaba la búsqueda de tres menores que pudieran estar relacionados con el caso.Horas después, las sirenas de las ambulancias sobresaltaban a los vecinos de Blankenhall, en West Midland, Inglaterra central, con recuerdos de la tragedia de Dunblane. La historia se repetía aunque por fortuna en escala menor. Un hombre de raza negra, de 32 años, armado con un enorme machete penetró a primera hora en la escuela infantil del pueblo hiriendo a tres pequeños alumnos y a cuatro adultos. Fuentes del hospital de New Cross en Wolverhampton, la localidad más próxima al pueblo de Blankenhall aseguraron ayer que dos heridos, uno de ellos un niño de cuatro años se encuentran en estado grave. Blankenhall se sacudía ayer el honor a duras penas, mientras la policía se lanzaba a la búsqueda del sospechoso del atentado que había sido identificado como un residente de la zona y los sindicatos de profesores reclamaban, de nuevo, más protección en los centros escolares. Por extraña coincidencia, en Stirling, una ciudad escocesa cercana a Edimburgo, se cerraba oficialmente la investigación en torno a la masacre de la escuela primaria de Dunblane ocurrida hace menos de cuatro meses en la que 16 niños y su profesora murieron alcanzados por las balas de Thomas Hamilton.
Casi simultáneamente al fin de esta sesión un sujeto vestido con ropa deportiva de color gris, piel negra y espesa barba se introducía en la escuela infantil de San Lucas, regentada por la Iglesia de Inglaterra de la localidad de Blankenhall (West MidIands). Una vez dentro, la emprendió a cuchilladas contra los niños de cuatro años, los profesores y un grupo de padres que habían acudido a recoger a sus hijos al término de un día semifestivo.
Los primeros detalles de la noticia fueron llegando confusamente a través de la agencia nacional de noticias. En un primer momento, la policía recibió el aviso de que un loco armado con una pistola había penetrado en la escuela. Más tarde, se supo que el arma era un machete. Los heridos fueron atendidos de diversos cortes en brazos, cara y cuello en el hospital de la Nueva Cruz. La policía continuaba, ayer la búsqueda del sospechoso que, según los testigos presenciales, huyó camino de un centro comercial próximo a la escuela.
También desde ayer, la policía busca a tres niños de entre nueve y diez años, presuntamente relacionados con la muerte a golpes de Jade Matthews, una colegiala de su misma edad. El cadáver fue hallado por la mañana junto a las vías del tren en Boole, al norte de Inglaterra. A pocos metros del cuerpo había varios objetos contundentes manchados de sangre. Geoff MacDonald, comisario jefe de la región, ha pedido calma para evitar comparaciones con el asesinato, en 1993, del pequeño James Bulger a manos de dos muchachos de 10 años.
Jade Matthews fue vista por última vez camino de la casa de unas amigas. Su familia denunció el domingo por la tarde la desaparición a la policía, que anduvo buscándola con perros amaestrados por todo el distrito. Uno de dichos canes la encontró por fin abandonada en el suelo, con varios golpes en la cabeza y el rostro. La policía ha calificado la agresión de brutal, ya que la pequeña tenía el cráneo y la cara casi destrozados. Los palos o barras recogidos en la escena del crimen, se están analizando. Ayer se puso además en marcha una "línea caliente", para que los posibles testigos del crimen cuenten lo que vieron. Como en ocasiones anteriores, el servicio es anónimo. "Por ahora preferimos no hacer conjeturas. Queremos hablar con los tres niños vistos jugando en las cercanías del tren para hacemos una idea de lo sucedido", señaló ayer el comisario Geoff Mac Donald.
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