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La edil de Fuencarral, deja sin hormigón a los obreros de la M-40

Vicente G. Olaya

Las obras para cerrar por el Norte la M-40, que con 10.400 millones de presupuesto es el principal proyecto que se acomete actualmente en Madrid, estaban ayer a medio gas. La concejal de Fuencarral, Beatriz Elorriaga, ordenó el pasado jueves la clausura de la planta de hormigón de donde sale el material necesario para terminar la vía de circunvalación de Madrid. La empresa constructora advirtió el viernes a la concejal que el cierre de la planta pone en peligro el final de la obra, previsto para dentro de mes y medio. "Me da igual que no puedan terminar la M-40 o que tarden más. Ése no es mi problema", explicó ayer Elorriaga. La concejal cerró la planta al día siguiente de que el alcalde, José María Álvarez del Manzano, que es también vecino de la instalación, recibiera a los vecinos.La planta, propiedad de Dragados, llevaba un año produciendo hormigón en el barrio de Fuencarral sin la preceptiva licencia de funcionamiento, según la concejal. "Sólo contaba con la de instalación", especifica. Sin embargo ahora, tras las protestas del vecindario cercano a la industria, la edil ha firmado su clausura.

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Las obras finales de la M-40 iban ayer más lentas. Los obreros que trabajan en esta autovía esperaban sin éxito la llegada de los camiones cargados de hormigón. "No sé qué ocurre hoy, pero no ha pasado ni uno solo en todo el día", comentaba uno de los empleados junto a una zanja que esperaba su relleno de cemento y piedras.

La planta está instalada en la calle de Gabriela Mistral. Situada a unos cien metros de bloques habitados, desde el primer día de funcionamiento despedía gran cantidad de polvo, residuos y humos. Los vecinos protestaron.

Ignacio Llanos, uno de los afectados, lo explica: "El polvo, la arena, la cal y el cemento se metían directamente en las casas. Hay gente con problemas de asma y alergia por culpa de la dichosa hormigonera. Trabajan día y noche, domingos y festivos incluidos; no nos dejaban ni dormir ni respirar".

Según el vecindario, los cientos de camiones que acudían a la planta atascaban las calles cercanas a la industria.

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"Eran las cuatro de la madrugada y los camiones pasaban frente a las casas", relata Charo, otra afectada. "No podíamos ni escuchar la televisión porque el ruido era ensordecedor".Y añaden: "Durante casi un año nadie parecía hacernos caso. Por eso tuvimos que manifestarnos pidiendo el cierre de la planta. Incluso nos presentamos en casa del alcalde [que vive a unos 300 metros de la hormigonera] para que hiciera algo. El miércoles pasado nos recibió".

Las protestas y presiones lograron su objetivo. Beatriz Elorriaga firmó la clausura de la planta el jueves, al día siguiente de la entrevista, de los vecinos con el regidor.

La edil comentó ayer: "El día después de cerrar la industria me vinieron a ver los directivos de Dragados. Me dijeron que si les cerraba la planta no podrían terminar los trabajos de la M-40 y que sólo les quedaba un mes y medio para terminar las obras. Les respondí que ése no era mi problema. Que lo que tenían que hacer es tener una licencia de funcionamiento, y no la tienen".

La edil continúa: "El alcalde me apoya. Me ha dicho que cumpla la ley. Y la ley dice que la planta no puede funcionar sin permiso, repito. Yo soy la concejal de Fuencarral y debo estar junto a mis vecinos. La M-40 no es mi problema. Eso es todo".

El vecindario de la calle de Gabriela Mistral se mostraba ayer encantado con el cierre. "Eso tenían que haberlo hecho mucho antes, porque la situación era inaguantable. Desde las ventanas veíamos todo el proceso de llenado de los camiones".

Y añaden: "Conocíamos hasta al señor del pito. Uno que tocaba cada vez que todo estaba listo para llenar de hormigón un camión en espera. Algunos vecinos, incluso, se dedicaron durante días a seguir a los camiones. Querían ver adónde llevaban la carga. Descubrieron que la hormigonera, además de suministrar el material a la M-40, era la que aportaba el hormigón para las obras de la plaza de Oriente y una obra de la carretera de Extremadura", relataban ayer.

Mientras, los obreros que trabajaban en la gigantesca obra del cierre de la M-40 esperaban sin éxito. la llegada de las hormigoneras. "Está todo medio parado porque no llega el hormigón necesario para el túnel y los puentes. Vienen algunos camiones de la planta de Boadilla del Monte [18.460 habitantes], pero llegan muy tarde porque está lejos", relataban."Todo va más lento. A lo mejor, en los próximos días, se arregla la situación", añadían mientras oteaban el horizonte a la espera del hormigón deseado.

El resto de empleados trabajaba con normalidad. Encofradores, conductores de maquinaria pesada, operadores de grúas... "Los que están fastidiados son los del túnel y los puentes", relataban los obreros. "Casi no pueden hacer nada. Tienen que esperar y esperar. Imagino que pronto darán una solución a este problema, porque los grandes trabajos necesitan hormigón. Es fundamental para los puentes y los túneles. Esas cosas no se hacen con cemento", explicaban. Por su parte, Dragados no respondió ayer a las llamadas de este periódico para conocer su versión de los hechos.

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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