De la cazadora al traje y corbata

Felipe González se puso una cazadora de ante cuando visitó por primera vez a las tropas españolas en Bosnia-Herzegovina al comienzo del otoño de 1993. Su sucesor, José María Aznar, llevaba ayer un traje de chaqueta azul marino y corbata, en pleno verano, durante su primer desplazamiento hasta la ex república yugoslava para pasar revista al contingente militar español.Durante su paseo por Mostar, la capital de Herzegovina aún dividida entre croatas y musulmanes, se quitó la americana porque la temperatura era insoportable y llegó a alcanzar los 37 grados a la sombra. Se la volvió a poner poco después, cuando saludó a los ediles de la ciudad o a los mandos de la brigada.

Del paseo, que hizo en parte a pie y en parte en un todoterreno blindado conducido por él mismo, el presidente del Gobierno se quedó "impresionado", según sus propias palabras, por las ruinas amontonadas en el centro de la ciudad que fue, hasta abril de 1994, la línea del frente entre milicias croatas y musulmanas.

Además del calor, Aznar tuvo que padecer otro inconveniente. Cruzó a pie, acompañado por el general Luis Fernando Carvajal, jefe del contingente español, la pasarela metálica que los zapadores españoles han construido en lugar del destruido Puente Viejo para atravesar el río Neretva. No atendió demasiado las explicaciones del militar ni tampoco miró donde le indicaba su anfitrión porque, aparentemente, sufría algo de vertigo.

A pesar de todo, estuvo relajado. Preguntó a los soldados, nada más desembarcar: "¿Cómo va la parroquia?". Sólo se crispó un poco cuando se le preguntó por qué no estuvo en Bosnia cuando era jefe de la oposición. "Porque no se dieron las circunstancias", respondió.

En la plaza rebautizada con el nombre de España descubrió, junto al general Carvajal, una placa de recuerdo a los 17 militares españoles muertos en Bosnia desde octubre de 1992, cuando llegaron las primeras tropas de la ONU. Aznar se llevó consigo la bandera española que cubría el monolito fúnebre.