ETA demuestra el fin de su tregua atacando con granadas un cuartel de la Guardia Civil en Navarra
"Pudo haber sido una catástrofe. terrible". Así lo expresó ayer Jesús Garde, alcalde de la localidad de Olite, a unos 45 kilómetros al sur de Pamplona, en referencia al ataque perpetrado ayer por ETA con cuatro granadas tipo Mekar, de 83 milímetros, en el cuartel de la Guardia Civil del pueblo, donde viven 13 familias. Con este atentado, el primero tras la breve tregua mantenida durante la semana pasada, ETA materializó las amenazas vertidas en el comunicado en el que decía que "los grupos operativos" estaban "al corriente" del final de la "suspensión de las acciones armadas".
El ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, que ayer Visitó Olite, reiteró que la política antiterrorista del Gobierno "es la misma con o sin supuestas treguas, con o sin atentados fracasados como éste". Según Mayor, este ataque no ha causado " ninguna sorpresa" al Gobierno, ya que, según dijo, "no hay un antes y un después de esa operación que se ha revelado puramente táctica". En su opinión, "es la misma ETA, que confirma con este atentado que tiene pánico a la paz y demuestra quién quiere la paz y quién mantiene el dolor y el sufrimiento en múltiples familias".Las cuatro granadas sólo provocaron daños materiales, si bien una de ellas se desvió 45 grados sobre la trayectoria prevista y fue a caer en el tejado de un inmueble situado a 300 metros del cuartel.
En ese edificio, de dos plantas, residen 24 familias con numerosos niños. La granada causó un agujero de casi un metro de diámetro en el tejado y provocó el miedo en todo el vecindario.
El atentado se produjo a las 5.15 de la madrugada. Los terroristas situaron los tubos lanzadera, que tenían soportes rústicos de madera, en medio de un viñedo, a unos 400 metros de la parte trasera del cuartel y apenas a 50 metros de la carretera nacional Pamplona-Tudela, por la que previsiblemente se dieron a la fuga. Los tubos tenían un metro de longitud y 10 centímetros de diámetro y, según expertos policiales, no ofrecían mucha precisión. El dispositivo tenía un temporizador de 12 horas.
Dos de las granadas impactaron contra la tapia posterior de protección de la casa-cuartel, de unos cinco metros de altura, en una zona de la pared cercana a los garajes. Provocaron dos boquetes y daños al coche particular de un guardia. Una tercera granada cayó a cinco metros de la tapia, en un descampado, y la cuarta se desvió e impactó en el tejado del inmueble ocupado por 24 familias del pueblo, situado en la calle Orísoain, número 3, a 300 metros del cuartel y a 600 del origen de los disparos.
El alcalde de la localidad, Jesús Garde, señaló que las explosiones se escucharon en todo el pueblo, aunque sólo cuando amaneció comprobaron que se había tratado de un atentado. "El ambiente en el cuartel [construido hace siete años y ocupado por 13 familias que dormían en su interior en el momento de producirse el atentado] es de preocupación y algunas mujeres me han pedido incluso que les busque pisos de alquiler en el pueblo, porque creen que no pueden seguir viviendo en estas circunstancias", indicó Garde.
"Ya está bien, que dejen de hacer daño, que paren de una vez", exclamó Adela Guillermo, vecina del inmueble. "Aquí vivimos parejas jóvenes porque la casa es bastante nueva. Hay muchos niños y el susto ha sido tremendo", aseguró esta joven madre de un niño de cinco años. "¿Qué hubiera ocurrido si la granada hubiera entrado por una ventana? Hubiéramos volado todos", añadió.
Fuentes de la Delegación del Gobierno en Navarra reconocieron que el modo de proceder del comando terrorista y los proyectiles utilizados indican que podría tratarse del mismo grupo que el pasado enero atacó el cuartel de Urdax. En ese caso, las granadas tipo Mekar fueron de 88 milímetros. Al igual que en Olite, sólo se produjeron daños materiales.
El Ayuntamiento de Olite, reunido ayer en sesión extraordinaria, condenó el atentado por unanimidad y pidió que los jueces apliquen las leyes con el máximo rigor hacia los terroristas. También exigió a ETA el cese de la violencia y la inmediata liberación del funcionario José Antonio Ortega Lara.
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