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Reportaje:

Pelea de gallos entre mellizos

Dos hermanos de seis años, obligados por sus padres a pelear ante una cámara de vídeo

¡Venga, duro¡ ¡No quiero excusas¡ ¡Si no os dais fuerte, os voy a zurrar en el culo!". No es un entrenador de boxeo animando a sus pupilos: la persona que da esos gritos es Tealissa Downes, mientras que su marido, Gary Downes, graba la escena. en vídeo. Y los que se pelean, se dan puñetazos, se tiran del pelo y se arañan en la cara son sus hijos, dos mellizos de seis años de edad que chillan histéricos, lloran y no entienden por qué sus padres, en lugar de se pararles, les obligan a seguir peleando.La escena, que horrorizó ayer a los norteamericanos, se grabó en la casa de los Downes en Warren, en las afueras de la ciudad industrial de Detroit, alrededor del 20 de abril. El vídeo fue descubierto por la abuela de los niños hace unas semanas. La señora se asustó tanto que entregó la cinta a la policía. Ahora, los esposos Downes han sido acusados de abuso de menores, malos tratos y extorsión. Si el jurado les considerara culpables, podrían ser condenados hasta a un máximo de siete años de cárcel.

El pasado martes, en la audiencia previa al juicio, los asistentes pudieron contemplar los 11 minutos que dura el vídeo. Ayer, los televidentes vieron fragmentos en sus pantallas con la imagen de los niños deformada para rebajar en la medida de lo posible la crudeza de las escenas, pero con los gritos de los padres a todo volumen. "Yo diría que es lo más parecido que existe a una pelea de gallos", señaló la psicóloga Sonya Friedman, que declaró a petición de la fiscalía y que subrayó lo obvio: "Es algo que puede muy bien tener consecuencias traumáticas en los niños".

¿Por qué la pelea, estimulada y grabada por los padres? Ante su ominoso silencio, lo explicó en la sala del juzgado del Distrito 37 el abogado Michael Osaer, que ha asumido la meritoria defensa de Tealisa. Los padres estaban cansados de que Gary, el chico, y su hermana, Cary, se pasaran la vida como el perro y el gato: "La cinta se hizo como una especie de herramienta educativa. Puede no haber sido una buena decisión, pero todos los padres se equivocan". "¿Una equivocación? ¡No es una equivocación estar así durante 11 minutos, con esos gritos!", exclamó el fiscal Carl Marlinga, que se preguntó en voz alta lo que todo el mundo piensa: "¿Por qué no les separaron? ¿Por qué les obligan a pegarse con más- fuerza?".

Las escenas pasan una y otra vez. No es la edición infantil de la paliza de Rodney King, pero se hace angustioso. Los minutos son siglos. Al final, el pedagogo Gary Downes deja la cámara de vídeo cuando se da cuenta de que su hijo sangra después de que su hermana, encima de él, le machaca a puñetazos, "No tenemos noticia de que haya ocurrido nunca nada semejante. Es un abuso, una tortura emocional", insiste Carl Marlinga. No es para tanto, asegura Larry Ripke, abogado de Gary: "Es, evidentemente, un error, pero no un delito". "No se trata sólo de mala conducta: sí es un delito. No digo que es tos padres deban estar en la cárcel durante mucho tiempo, pero sí pasar seis meses, incluso uno o dos años", reitera Marlinga. El juez Sherman Faunce quedó tan impresionado por el vídeo que no ha reducido en un centavo la fianza de 250.000 dólares (32 millones de pesetas) que mantiene en prisión a los Downes, que son blancos y que tenían la casa hecha una porquería, sin que sea necesario especificar el tipo de suciedad que la policía encontró al de tenerles.

En la polémica suscitada se descubre que el caso no es tan extraordinario como parece: "Es inquietante y per turbador, pero mucho más para la gente normal que para mí y para mis colegas. Mi primera reacción al ver el vídeo ha sido: ya estamos otra vez con lo mismo, un capítulo más de malos tratos infantiles", dice Leslie Moran, asistente social en Fairfax, al lado de Washington, directora de un refugio para niños maltratados. "A juzgar por lo que hemos visto, estos padres están bastante mal", añade Moran. "Hay razones suficiente para separarlos temporalmente de sus hijos. Estos padres necesitan mucha ayuda antes de que puedan volver a vivir con los niños, y sus hijos también la necesitan."

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