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Unos 30.000 viajes diarios del metro son de gorra

Antonio Jiménez Barca

Aunque con diferentes técnicas, los usuarios que se cuelan en Madrid diariamente en el metro no pasan del 3%. Si se tiene en cuenta que en la capital se producen aproximada amigos de no pagar lo van a tener un poco más fácil: a los 34 vestíbulos que durante todo el año se encuentran vacíos hay que sumar otros 20. Los responsables justifican la medida por el ahorro que supone.

Los estilos son varios. El más utilizado es el salto limpio de torniquete, que los más jóvenes y adiestrados efectúan con agilidad y rapidez considerables: se apoyan las manos en la base de la máquina y se brinca, ¡hale hop!, como en las clases de COU de gimnasia. Es el preferido de estudiantes y de quienes miden más de 1,70. La manera dos, más trabajosa, la utilizan señores -y señoras- mayores o viajeros más bajitos: uno se agacha y, como quien no quiere la cosa, pasa encorvado por debajo de la palanca. Pega: es más fácil de descubrir. La técnica tres requiere la colaboración: un usuario sin billete se pega a la espalda de uno con título y los dos pasan a la vez. La complicación es evidente: hay viajeros que no están dispuestos a que otro se aproveche. Lo mejor es contar con un amigo con abono. Y hay quien, por las buenas, salta por la pequeña valla que separa los usuarios que entran de los que salen. Aquí hacen falta buenas piernas y un mínimo de entrenamiento para no pegarse un golpe.

Por tercer año

El fraude en Madrid no es excesivo (mucho menor que en París, por ejemplo), pero este verano, 25 vestíbulos sin taquilleros se suman, por tercer año consecutivo, a los 30 ya existentes, con lo que los aficionados a echar mano de la gorra lo tienen más sencillo. Metro, que cuenta con 164 esta ciones y 204 vestíbulos, justifica el hecho por el ahorro: de esta manera el personal puede tener vacaciones sin ampliar plantilla. "No merece la pena que allí haya gente porque el servicio que pueden ofrecer las personas en las taquillas es menor que si se emplean en otra cosa; estos vestí bulos son muy poco usados, y en verano menos. Por eso es preferible que los guardias de seguridad se encarguen de la vigilancia. Es algo que venimos haciendo ya tres años y la experiencia es positiva", afirma Aurelio Rojo, subdirector de operaciones de Metro. Estos vestíbulos son siempre complementarios de otros de la misma estación, por lo que no hay en toda la red de Metro ninguna estación que no cuente con algún vestíbulo controlado por taquilleros. "Es cierto que cuando no hay taquilleros, la gente se cuela más, pero con todo y con eso no es muy importante: la media general, es del 3% y la de estos vestíbulos vacíos del 4%", añade Rojo. "En la empresa pública también hay que tener en cuenta los rendimientos y los gastos", concluye.¿Por qué se cuela la gente? Los dos argelinos que el pasado martes saltaron el torniquete del vestíbulo de José Arcones Gil de la estación de García Noblejas -que no cuenta con taquilleros- lo tienen claro: "Porque somos inmigrantes sin trabajo". Los dos argelinos no tuvieron suerte: una brigada de interventores los descubrió en un pasillo. La multa, de 2.600 pesetas, va a quedarse en el papel. "No la pagaremos porque no tenemos residencia fija", explicaron.

"¿Qué diablos hago?"

Una mujer de unos 60 años que se coló -con cierta dificultad- el pasado viernes en el vestíbulo vacío de Ulises de la estación de Arturo Soria no tuvo otro remedio: "Las máquinas no funcionan. Así que dígame usted qué diablos hago".Aurelio Rojo replica que en estos días se están instalando unas máquinas automáticas capaces de admitir billetes de 1.000 y 2.000 pesetas. "Son nuevas y requieren un rodaje; pero los fallos se subsanarán pronto", explica. Carolina Álvarez, de 30 años tiene otras razones. Pasa siempre por el vestíbulo de José Arcones Gil por debajo de la barra (la mujer mide 1,60) y convierte el hecho en una protesta particular y fundamentada: "Me cuelo porque no hay vigilancia. Estamos solos ante el peligro. Esta línea es muy peligrosa y siempre que me he encontrado con los vigilantes se lo explico. Nunca me han puesto una multa porque me pongo a gritar muy enfadada y me dejan en paz".

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Por motivos de seguridad es por lo que el concejal socialista Eugenio Morales no está de acuerdo con la retirada de los taquilleros: "Aumenta la inseguridad, o la sensación de inseguridad, y esto perjudica mucho al metro y, a la postre, se pierden viajeros".

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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