Christopher trata de impulsar con Arafat y Netanyahu el proceso de paz
El secretario de Estado norteamericano, Warren Christopher, se reunirá hoy con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, antes de viajar a El Cairo para cambiar impresiones con el presidente egipcio, Hosni Mubarak, sobre la cumbre árabe celebrada el pasado fin de semana en la capital egipcia, en la que se exigió a Israel que respete el proceso de paz en Oriente Próximo y devuelva los territorios árabes ocupados. Christopher también mantendrá un encuentro en El Cairo con el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Yasir Arafat, para debatir los pasos a dar a partir de ahora.
Arafat se ha felicitado del resultado de la cumbre, pero ha expresado su preocupación por la suerte que pueda correr el acuerdo de paz firmado con Israel en 1993, después de asumir Netanyahu el poder, quien se opone a la devolución de los territorios ocupados a cambio de paz, fórmula considerada básica para un acuerdo en la región. Los líderes árabes han advertido que pueden reconsiderar las promesas hechas en los últimos cinco años de diálogo si Israel trata de hacer lo mismo.Las perspectivas no parecen buenas, a juzgar por los comentarios del ministro israelí de Exteriores, David Levy, considerado un moderado en el Gobierno de Netanyahu y que se ha alineado con su primer ministro después de haber sido llamado al orden tras pronunciarse a favor de un compromiso sobre los altos del Golán, territorio sirio bajo control israelí desde 1967. Ahora, Levy y Netanyahu han hecho un frente común ante la primera gira de Warren Christopher por Oriente Próximo desde que el líder del Likud ganó las elecciones, el pasado 29 de mayo.
En declaraciones a la radio israelí, Levy aseguró que los contactos con Siria sólo significan "sentarse y hablar". La línea política del actual Gobierno es que "el mantenimiento de la soberanía sobre el Golán será la base para un acuerdo con Siria", aclaró ayer el portavoz de Netanyahu, Michael Stoltz.
El primer ministro israelí reaccionó el domingo con dureza a las conclusiones de la cumbre árabe al calificar de "incompatibles" con la paz en Oriente Próximo algunas de sus resoluciones, lo que ayer fue considerado como "precipitado" por la Liga Árabe. El secretario general de esta organización, Esmat Abdel Meguid, afirmó que "Netanyahu ha ido demasiado rápido en su reacción. Debería considerar las resoluciones con mucho cuidado y entender que la consecución de una paz justa, equilibrada y general en la región es algo que interesa a Israel en primer lugar, mientras que los árabes serán los segundos beneficiarios".
Por su parte, el Gobierno de Damasco, satisfecho por el respaldo dado por la cumbre árabe a su línea de actuación con los halcones de Israel, ha pedido a EE UU que presione a su vecino para que se retire de los territorios ocupados. "El mensaje principal de la cumbre es de paz, no de guerra. Declara firmemente que los árabes apoyan la paz y quieren que Israel siga esa línea", indicaron fuentes gubernamentales en Damasco. Estas añadieron que "Netanyahu puso ondiciones y obstáculos a la paz y dijo no a la retirada de los territorios árabes, no a un Estado palestino, y no a detener los asentamientos [israelíes] en los territorios árabes ocupados".
En cuanto a los palestinos, el ministro israelí de Educación y Cultura, Zevulun Hammer, volvió a incidir sobre la línea dura del Likud, y declaró ayer en París que Netanyahu no concederá más poderes de autogobierno a los palestinos que los que ya disfrutan: "Mi Gobierno no aceptará un Estado palestino. Nuestra posición es que haya autonomía, pero no Estado".
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