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Las debilidades de Europa

Joaquín Estefanía

"La cumbre de Florencia debe ser al empleo lo que el Consejo Europeo de Madrid fue a la moneda única". Estas voluntaristas palabras previas del presidente de la Comisión Europea, Jacques Santer, no se cumplieron en Florencia y sí los pronósticos más pesimistas en cuanto a que los líderes de la UE serían incapaces de encabezar una auténtica ofensiva contra el paro.Lo urgente -la política- desplazó una vez más a lo importante -el empleo- del desarrollo de la cumbre italiana. Subrayar de nuevo que las soluciones a la falta de trabajo forman parte de las políticas nacionales en un ambiente globalizado universalmente para los capitales, no deja de ser un síntoma de insensibilidad. Una vez que los Gobiernos pierdan los instrumentos para remediar los sufrimientos económicos (en la última fase de la UEM), los ciudadanos se agitarán cuando se percaten de que tampoco la oposición tiene alternativas para arreglar las cosas y empezarán a preguntarse qué sentido tiene votar. La democracia será entonces más vulnerable.

Había además una cierta ingenuidad en esperar que los quince pudieran aprobar la financiación de una especie de keynesianismo continental (grandes redes del transporte, cuya construcción crearía empleo), en momentos de un ajuste generalizado de las economías europeas, cuando la mayor parte de los responsables de las finanzas públicas aplican en sus países unas políticas liberalizadoras y privatizadoras de signo opuesto al que propone Santer e inspiró Jacques Delors.Con todas estas dudas y atrasos, el paro deviene un rasgo estructural más (negativo) del capitalismo europeo. Al sistema de libertades o al Estado de bienestar habrá que añadirle el desempleo, con lo que el modelo europeo dejará de ser considerado superior por muchas personas. Los estudiosos califican la actual crisis del desempleo en Europa como la más importante desde los años treinta y opinan que deja de funcionar la cohesión social y la integración a través del trabajo. La principal diferencia es que esta crisis ha aparecido en un contexto de prosperidad que no se corresponde con el de los treinta y, además, los sistemas de protección han hecho del paro un acontecimiento menos doloroso que hace 60 años.

Sin embargo, el profesor francés Jean Francois Fitoussi (que acaba de publicar en España su libro El debate prohibido. Moneda, Europa, pobreza) opina que la pandemia de paro en Europa tiene mayores rasgos de profundidad que la de los años treinta:

- Porque dura ya 15 años y no cuatro o cinco como entonces.

- Por el fatalismo actual de que no existe solución. En los treinta había ideas y políticas alternativas (el keynesianismo).

- Porque el poco trabajo que se genera es cada vez más precario. Todo asalariado es potencialmente un excluido.

- Porque los sistemas de protección, que no existían en entreguerras, hacen aguas por todas partes (incluso intelectualmente) y su financiación es más y más costosa.

¿Qué debemos pensar de unos métodos -se pregunta en su libro Fitoussi- que de forma sistemática no alcanzan nunca sus objetivos, a pesar de que los principales dirigentes del continente reiteran que no hay otra política económica posible? Toni Blair, reunido con un grupo de empresarios alemanes, ha llamado también la atención sobre las dificultades de Maastricht si no se aborda prioritariamente la crisis del paro. Si las economías vinculadas por una moneda única, dijo el laborista británico, "no son genuina y sustancialmente convergentes" habrá riesgo para las economías más débiles y sobre todo para el empleo. "El resultado puede ser una reacción entre los pueblos, nacionalista en el tono y peligrosa".

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