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Reportaje:

Lejos de los hombres

La cima de esta sierra granítica (2.022 metros) es uno de los pasos menos hollados del Guadarrama

Resulta enternecedor escuchar las historietas que por ahí se cuentan sobre los primeros montañeros en la Pedriza. Santiago Ruau era uno de ellos.Puede que a algunos caminantes les suene por la lápida que inquieta en el acróbato risco de los Claveles, donde, al decir de quienes lo conocieron, "tuvo la suerte de morir en un accidente de esquí, en una excursión en solitario". [Menuda suerte].

Ruau tañía la ocarina y lanzaba cantos con honda. Regentaba una guarnicionería en el casco viejo de Madrid y allí se las fabricaba. Dicen que vivía para la montaña de la Pedriza, pero que recelaba de los, escaladores y de los drogueros, los domingueros de antaño.

Mucho han cambiado las cosas desde aquellas auroras del siglo. Hoy la Pedriza es un anexo más de la ciudad, como un recinto ferial o un polígono industrial, y así le va: hay aparcamientos disuasorios y unos caballeros que cuentan los automóviles que entran para, al llegar a 500, colgar el cartel de cerrado (¿por qué no se prohíbe el acceso en coche?); hay adanes de greñas desaforadas acampados hasta en los caminos (¿los han echado de casa?), y hay excursiones de colegiales cuya vocinglería se puede escuchar en Sabadell (¿padecen los monitores disfunción,auditiva?). Eso por no hablar de la basura, las pintadas y las pozas del Manzanares, degradadas de charcas prehistóricas a pediluvios de piscina municipal..

Pero tampoco hay que ser pesimistas. Una de las ventajas de la Pedriza, y que ya advirtió Ruau, es que es fragosa y durísima de pelar, y a poco que el excursionista se aventure, no dan con él ni husmeando con perdigueros. Fíjense si no en don Santiago, que desde los riscos de Prado Pollos, al pie de las Torres de la Pedriza, si no llega a ser porque tocaba la ocarina, no le veían el flequillo.

Precisamente las Torres, máximas alturas de este desbarajuste berroqueño (2.022 metros), serán las cúspides por las que hoy nos perdamos. Partiremos del aparcamiento de Canto Cochino para cruzar el Manzanares por el puente que cae a levante y remontar el arroyo de la Majadilla siguiendo las seña les rojas,y blancas. A esta senda la llaman la autopista de la Pedriza. Figúrense por qué. Aguas arriba, a la altura de otro puente, dejaremos de lado las marcas y seguiremos de frente, siempre hacia el norte, rastreando en lo sucesivo los trazos de pintura amarilla y blanca que conducen hasta el collado del Miradero (1.878 metros). Dos horitas de trepa no nos las quita nadie, pero a cambio, ganaremos el derecho a compartir peñascos con las cabras montesas, que aquí vuelan como brujas, y a señorear sobre la Pedriza toda: desde la Bota, que emerge enhiesta del pinar hacia el Este, hasta el embalse de Santillana.

Visto el panorama, nos decantaremos por una de estas tres opciones: a) regresar por donde hemos venido; b) tirar a mano izquierda por la senda Termes (brochazos amarillos y blancos) hasta desembocar en Canto Cochino; o c) enfilar esta misma senda pero en sentido contrario. De elegir e), rodearemos las Torres por el norte y nos plantaremos en hora y media en el diáfano collado de la ventana. Y entonces, ya sin señales, zigzaguearemos valle abajo hasta oír la bullanga y los motores. Nada de ocarinas.

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Ojo, al agua

Dónde. Manzanares el Real, puerta de la Pedriza, se halla a 53 kilómetros de la capital y tiene su acceso más directo por la autovía de Colmenar (M-607), tomando la M-609 pasado el kilómetro 35 y después la M-608 a Mano izquierda. A Canto Cochino se puede llegar en coche saliendo de Manzanares hacia Cerceda por la M-608 y cogiendo el primer desvío a la derecha; o a pie, por la carretera del Tranco y la Garganta Camorza. Hay autobuses de Herederos de J. Colmenarejo (teléfono 359 8109) desde la plaza de Castilla.

Cuándo. Esta excursión no lleva menos de seis horas de andar sin paradas, de modo que conviene acometerla en los días largos de primavera o verano. Un pequeño inconveniente es el agua, de la que habrá que ir bien provistos, porque fuera de los arroyos no hay.

Quién. Manuel Rincón describe esta ruta en la guía Andar por la sierra de Guadarrama (75 itinerarios), colección Libros,, Penthalon.

Cuánto. Si madrugamos podemos volver a Canto Cochino a tiempo de comernos un pollo en el quiosco El Torrero, por 1.100 pesetas.

Y qué más. El Plano esquemático de la Pedriza, de Manuel Rincón (Desnivel) es ideal para orientarse y reconocer los accidentes.

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