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LA LUCHA POR EL KREMLIN

La mala salud del presidente, factor de incertidumbre para el futuro de Rusia

Si el presidente Borís Yeltsin es reelegido -principalmente por temor a una vuelta de los comunistas al poder-, ello no significaría, según algunos observadores, que el entorno del líder ruso y el actual régimen en general podrían respirar tranquilos por mucho tiempo. El problema reside en la salud de Yeltsin. En otoño del año pasado, después de que el líder del Kremlin sufriera su segundo ataque al corazón en menos de cuatro meses, pocos eran los que pensaban que podría resistir el maratón de la campaña electoral.

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Los problemas cardíacos del actual líder ruso se arrastran desde hace años. Borís Yeltsin sufrió el primer ataque al corazón en noviembre de 1987, después de que se rebelara contra el presidente soviético, Mijaíl Gorbachov, y renunciara como miembro suplente del Politburó acusando al padre de la perestroika de realizar con demasiada lentitud las reformas que el país necesitaba. El poder de entonces reaccionó con una lluvia de críticas al rebelde Yeltsin, que finalmente fue destituido como primer secretario del Partido Comunista de Moscú y pasó a ocupar el oscuro puesto de jefe del Comité Estatal de Construcción.La segunda y tercera crisis cardiacas las sufrió el año pasado, en verano y otoño, con un intervalo de 107 días. La isquemia coronaría que padece Yeltsin, provocada por exceso de colesterol y de sales de calcio en las arterias, significa que su corazón sufre de riego insuficiente y, por lo tanto, de oxígeno.

La enfermedad cardiaca de Yeltsin se ve agravada por el abuso de alcohol en el que periódicamente cae. El caso más escandaloso relacionado con la bebida lo protagonizó en 1994 cuando, de regreso de Estados Unidos, fue incapaz de descender del avión en Dublín, donde le esperaba el primer ministro irlandés, que había acortado una visita oficial en el extranjero para poder llegar a tiempo a la cita con el presidente ruso. Pocas horas después, los rusos pudieron ver cómo llegaba al aeropuerto de Moscú con claros síntomas de estar bebido.

Esta debilidad de Yeltsin le ha causado cirrosis. Además, confiesa padecer depresión e insomnio. También tiene problemas en la columna tras un accidente sufrido en 1990 en España.

A pesar de los malos agüeros, el presidente logró recuperarse completamente al comienzo de la campaña electoral, que ha realizado a un ritmo asombroso y con una energía desbordante. Pero es precisamente esta inusitada fuerza la que preocupa a algunos observadores, que temen que la euforia del triunfo sea reemplazada por la depresión y caiga nuevamente en el abuso del alcohol. Esto, a su vez, podría provocar un cuarto y fatal ataque al corazón.

Tan seriamente se toma en Rusia esta posibilidad que, hace ya más de un mes, el Centro de Análisis Estratégicos y de Pronósticos, dirigido por Dimitri Olshanski, realizó una encuesta partiendo de la premisa de que, antes de año y medio, habrá nuevas elecciones presidenciales. Según los politólogos interrogados, en estos nuevos comicios, que se celebrarían dentro de 18 meses y sin Yeltsin, el político que tendría más posibilidades de ganar sería el economista Grigori Yavlinski, seguido muy de cerca por el actual primer ministro, Víktor Chernomirdin.

Entre los probables candidatos serios, además del general Alexandr Lébed y el ultranacionalista VIadímir Zhirinovski, se cita al alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov.

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