Las alas de la historia
Una exposición sobre De la Cierva en el Museo del Aire permite asomarse a los grandes hitos de la aviación española
¿Y si un avión despegase y aterrizase en vertical, como los globos? Al murciano Juan de la Cierva, cuyo centenario se celebra este año, se le metió la idea en la cabeza, y no paró hasta lograr, en 1924 que su autogiro (así bautizó el artefacto) volase los 11 kilómetros que separan el madrileño aeródromo de Cuatro Vientos y la localidad de Getafe. "Fue el salto a la gloria", define Juan Manuel Riesgo, historiador y responsable, con Carlos Artiñano de la Cierva -sobrino del inventor-, de la exposición monográfica que se inaugura el próximo martes en el Museo del Aire (Cuatro Vientos, Madrid) y que permanecerá abierta hasta el próximo 4 de septiembre, antes de viajar a Murcia.Rodeados de paneles con croquis, manuscritos y fotos familiares y públicas de De la Cierva aparecen un modelo de tamaño natural del histórico autogiro C-6, que dio el salto, y un original de C-19MKIV, ya construido en el Reino Unido. "Exhibimos también otras maquetas históricas", dice Riesgo, "como la del primer modelo, el C-1, que sólo dio un saltito y casi pilla debajo a un labrador, que salió protestando por esa balumba que lleva usted".
Justo al lado, el Dragon Rapide, avión británico que el inventor -gran patrón de la derecha- alquiló en 1936 para trasladar a Marruecos a Francisco Franco a fin de que desencadenara en Melilla el golpe de Estado que generaría la guerra civil. "Fue un avión muy moderno en su época, y con gran autonomía de vuelo", indica Riesgo, "capaz de ir de Inglaterra a Canarias y de allí a la costa sahariana marroquí". "Aunque se cita también en el alquiler del Dragon Rapide a Bolín, corresponsal de ABC en Londres", matiza Artiñano, "lo cierto es que no tenía capacidad. de gestión: el responsable fue De la Cierva". La historia del Dragon Rapide la narró en cine Jaime Camino, con Juan Diego en el papel de Franco: "Gran película y muy fiel a los hechos" dice Riesgo.
Riesgo muestra con orgullo la mezcla de aviones expuestos en el Museo del Aire. "Aquí no tenemos empacho en exhibir aparatos con los colores de la República junto a un avión nazi como los que bombardearon Gernika, o fotos de Atid el Krim junto a la del desembarco español en Alhucemas, que fue el primero en la historia apoyado desde el aire".
El visitante puede además contemplar aparatos heroicos como los que protagonizaron los vuelos míticos de la aviación española: una reproduccion del Plus Ultra (el original se conserva en Argentina) en 1926; el Jesús del Gran Poder, que en 1928 voló de Sevilla a La Habana pasando por Bahía y Argentina y subiendo por la costa suramericana del Pacífico y que, al intentar batir el récord de distancia en 1929, acabó en pleno páramo del actual Irak; el Cuatro Vientos, que en 1933 se lanzó a la hazaña Sevilla-Camagüey-La Habana, y cuyos tripulantes se ha descubierto recientemente que fueron asesinados por indígenas en México, y el avión del vuelo Santander-Dakar-Brasil-México, realizado por Juan Antonio Pombo, primer aviador civil español autor de una hazana.
Todos esos tesoros se agolpan en un hangar -"España podría tener el mejor museo del mundo sobre el tema, con un espacio adecuado" opina Artiñano-, pero en el exterior, aguantando soles y lluvias, llevan años y años hasta un total de 107 aviones y helicópteros representativos de todo el siglo: desde Junker alemaness aún capaces de echarse un vuelecito hasta aparatos que combatieron en Vietnam o Mig soviéticos de la extinta República Democrática Alemana. Alas al viento de la historia.
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