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Reportaje:EXCURSIONES: LA MUJER MUERTA

Novia por un día

Un serrijón próximo a la Fuenfría evoca la leyenda de una princesa estrangulada por su celoso papá

Había una vez un rey en el Guadarrama, más o menos por lo que hoy llamamos La Losa, que era viudo y tenía una hija asaz fermosa y en edad de desbravar. Se cuenta que el soberano, como padre bueno y celoso, no veía varón en toda la sierra digno de zamparse semejante bombón; y que la princesa, como buena hembra, no veía llegado el día en que apareciese un apuesto jayán, caballero sobre corcel alado, y se la llevase montada en el peor de los sentidos. De modo que allá se subía la niña, al alto de Pasapán, y oteando la llanada se calentaba más si cabe al cavilar en los inconvenientes de la monarquía, sobre todo cuando tu padre es un rey y un antiguo.En éstas estaba la fogosa moza cuando por la linde del pinar asomó Hércules, quien, como todo el mundo sabe, vino por estos lares a fundar Segovia, y detrás de él Apolo, dios de la eterna juventud, el cual sin mediar salutación agarró a la zagala por la faja y le suministró un beso a tornillo y le propuso matrimonio y ella le dijo que bueno. A papá, como era de esperar, la idea de casar a su princesita con el primer dios que pasaba por La Losa no le hizo ni pizca de gracia, así que, aprovechando que el hijo de Zeus y Latona fue a echarle una mano a su forzudo compañero con los planos del acueducto, salió de paseo Con su unigénita a monte de suso y, en llegando al ápice, diole a elegir: "Apolo o yo". Y ella se ratificó: "Apolo o muerte". Y él, sintiéndolo mucho, la estranguló.

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Un día largo y con vistas

Bodas se prometía Apolo y tuvo funeralias. Como era un dios, no sabemos si rezó. Sí sabemos que lloró lágrimas de hombre y que, arrodillándose ante el cuerpo desnudo y exánime de su prometida, instó a Hércules: "¡Fija en tu memoria estas formas admirables y talla luego en la montaña su imagen a escala 1:1.000, que pueda yo verla desde el Olimpo per sécula seculórum!". Hércules escuchó y obedeció. Y así es como desde tiempos remotos se puede columbrar el perfil de una mujer yacente en una serrezuela vecina de la Fuenfría, siendo la testa el cerro de la Pinareja; el vientre y las manos, la peña del Oso, y los pies, el alto de Pasapán, do gustó la princesa el néctar del primer amor y la negra hiel de la muerte.

Blonda llanura

Para llegar a estas cimas donde los cuervos cantan lúgubres nenias en loor de la Mujer Muerta, el excursionista ha de pasar impepinablemente por el puerto de la Fuenfría, ora subiendo desde las Dehesas de Cercedilla por la calzada romana, ora faldeando Siete Picos desde Navacerrada por el camino Schmid.Como ambas sendas están requeteseñalizadas, el caminante no corre el albur de perderse, sino que, en poco más de una hora, se halla personado en el puerto (1.796 metros) para, acto seguido, emprender hacia poniente la trepa al Cerro Minguete (2.023), enfilar luego el collado que cae al septentrión y rodear por la base -ahora hacia el noroeste- la formidable pirámide del Montón de Trigo (2.155).

Sobrepasado el Montón, el paseante se descubre respetuoso al reconocer en lontananza la silueta majestuosa de la Mujer, Muerta. Allende la muelle pradera que alfombra el collado de Tirobarra, a caballo entre los valles del río Moros y del río Frío, principia la trocha que corona, de este a oeste, la Pinareja (2.194 metros), la peña del Oso (2.196) y el Pasapán (2.001). Sólo el excursionista sabe a estas alturas cómo anda de tiempo y de fuelle, y si puede plantearse la ascensión a la una, a las dos o a las tres: pero si arriba al Pasapán, que está por ver, no dejará de atisbar la blonda llanura segoviana como antaño hizo la hija del rey, y la ciudad que fundamentó Hércules, y el pinar de la Acebeda del que una mañana surgió Apolo y, besando a la princesa, la tuvo novia por un día.

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De lo que aquí aconteció después y de la venganza que con la filicida tomaron los dioses, cuando huía de su justicia por los riscos de Peñalara y vinieron a darle alcance al poco de cruzar el Reventón, es asunto que dejamos en suspenso para una próxima excursión.

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