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ATENTADO EN LA AUDIENCIA NACIONAL

Un libro bomba estalla en la Audiencia Nacional y amputa tres dedos al magistrado Jiménez-Alfaro

Los terroristas burlaron ayer los sistemas de seguridad de la Audiencia Nacional. La explosión de un libro bomba llegado por correo amputó tres falanges de los dedos de la mano derecha al presidente de la Sección Segunda de lo Penal, José Antonio Jiménez-Alfaro. El atentado causó gran indignación entre los jueces, fiscales y funcionarios de la Audiencia, quienes a través de su presidente, Clemente Auger, habían reclamado recientemente una solución a las insuficientes medidas de seguridad. El ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, y el director de la Policía, Juan Cotino, afirmaron que el tipo de artefacto, rudimentario, no coincide con el habitual de ETA. Las sospechas se dirigen en principio a los GRAPO y a la ultraderecha.

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La explosión se produjo sobre las 11.20, cuando Jiménez-Alfaro, Eduardo de No y Jorge Campos se encontraban en el despacho del primero. Los tres magistrados habían celebrado una vista de extradición y deliberaban sentados en un tresillo. Jiménez-Alfaro se levantó, se acercó a su mesa y abrió uno de los sobres.El presidente de la sección segunda cogió el sobre, que contenía un libro titulado El escorpión de la corte, cuyo interior había sido vaciado para introducir el explosivo. Lo tomó con la mano izquierda y lo abrió con la derecha hacia afuera. La explosión le amputó las primeras falanges de tres dedos y le causó pequeñas heridas en la cara, aunque no le afectó a los ojos ni los oídos, y no perdió la consciencia en ningún momento.

El magistrado tuvo suerte, según fuentes policiales, ya que la onda expansiva fue hacia adelante y hacia arriba, y destrozó parte del despacho. Ello explica también que la detonación se escuchase en las plantas altas de la Audiencia -el despacho de Jiménez-Alfaro se encuentra en la quinta planta-, pero no en las inferiores.

El magistrado dio muestras de gran entereza y serenidad y quiso telefonear personalmente a su mujer para tranquilizarla. A continuación fue atendido por el médico forense del juzgado 5 y en una UVI móvil del Insalud hasta que fue trasladado al hospital Gregorio Marañón.

La UVI permaneció varios minutos en la puerta de la Audiencia, adonde acudieron a interesarse por la víctima el presidente, Clemente Auger; el titular de la Sala de lo Penal, Siro García, y los jueces Baltasar Garzón y Manuel García Castellón. Poco después, unos sanitarios intentaron entrar al despacho del magistrado herido para recuperar las falanges arrancadas con la intención de reimplantarlas, pero no fue posible, ya que había otro paquete sospechoso y los artificieros intentaban detonarlo. La Audiencia fue desalojada.

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En el parte médico, firmado por el doctor Cos, se señala: "Mano derecha catastrófica con amputación traumática del primero, segundo y tercer dedo y lesiones de los tendones extensores del cuarto y quinto dedo. Se practica reconstrucción de los muñones con injertos libres de piel y reparación de los aparatos extensores". El pronóstico es grave.

Los responsables de seguridad advirtieron que el paquete había llegado en una saca precintada a la estafeta de Correos de la Audiencia Nacional. Presumiblemente, el paquete había sido revisado previamente en Correos y la saca fue pasada por el escáner de la Audiencia.

La saca fue desprecintada en la estafeta y el correo repartido por todo el edificio. El agente de la sección segunda fue quien entregó los sobres a Jiménez-Alfaro. Ante la eventualidad de la saca contuviese algún otro artefacto, los artificieros registraron las oficinas.

En el momento del atentado, en la Audiencia se estaba celebrando un juicio contra presuntos miembros de los GRAPO que fue suspendido. Es el cuarto atentado contra miembros de la Audiencia Nacional. El primero fue el asesinato de la fiscal Carmen Tagle, en septiembre de 1989; el 27 de febrero de 1990, un paquete bomba arrancó las manos y provocó la pérdida de un ojo de Fernando de Mateo, entonces presidente de la Audiencia, cuando se encontraba en su domicilio. Un día más tarde, el teniente fiscal, Eduardo Fungairiño, recibió un paquete bomba similar que fue desactivado por la policía. Todos los atentados fueron obra de ETA.

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