600 técnicos para un lanzamiento
En el vuelo experimental de Ariane 5, la semana pasada, unas 600 personas estaban implicadas directamente en las operaciones: 54 en la sala Júpiter 2, "que es como la torre de control de un aeropuerto", explica Dalmau, "donde el director de operaciones y sus adjuntos controlan todos los parámetros (radares, meteorología, información de la misión, recepción de datos, comunicaciones...) y dan la luz verde al lanzamiento. Otras 300 estaban en el centro de lanzamiento, que es como la cabina en los aviones, y 120 más se ocupaban de las estaciones de seguridad, telemetría, meterología y radar (en Guyana, Brasil, Isla de Ascensión, Gabón, Suráfrica y Kenia) para seguir la trayectoria del cohete; 120 más se ocupaban de Cluster". En los lanzamientos rutinarios bastan la mitad de las personas.Para todo este inmenso programa tecnológico, en el que España aporta el 3% de la inversión, no sólo han trabajado decenas de empresas en Europa. En la base de Kourou, creada por la agencia espacial francesa CNES en 1968, las nuevas instalaciones salpican un recinto de 2.100 hectáreas. Se han levantado allí los centros de control de Ariane 5, la plataforma de lanzamiento, los edificios de integración y ensamblaje, y una fábrica de carga y montaje de los propulsores de combustible sólido (booster) con un banco especial de pruebas.La protección del medio ambiente, pese a las críticas que la base ha recibido por parte de grupos ecologistas locales, "forma parte de las misiones principales del centro espacial, afirma Dalmau. "En Ariane 5, desde la primera prueba de booster, en 1993, ha habido todo un programa de medidas de impacto sobre el entorno: la flora, la fauna, la atmósfera y los cursos de agua, antes, durante y después de cada ensayo o lanzamiento. En Ariane 5 son especialmente preocupantes los gases de combustión de los booster, que generan compuestos de cloro. En los lanzamientos la nube se disipa en altura y para los ensayos los resquisitos meteorológicos son muy estrictos".
