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Nuevo enfrentamiento entre la Junta birmana y la Nobel Aung San Suu Kyi

La líder birmana de la opositora Liga Nacional para la Democracia (LND) y Premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, volvió a desafiar ayer a la Junta Militar que gobierna su país, al hacer caso omiso a la prohibición emitida la víspera contra las reuniones públicas. "No lo hacemos para provocar al Gobierno, lo hacemos porque es nuestra responsabilidad ante el pueblo", declaró Suu Kyi a las 4.000 personas que se concentraron ante su domicilio.Desde que en julio pasado la junta militar puso fin a la detención domiciliaria de la dirigente opositora, miles de personas se han congregado cada sábado ante las puertas de su residencia para escuchar sus arengas democratizadoras. En las dos últimas semanas, el número de los que se atrevían a mostrar públicamente sus simpatías por la LND se ha multiplicado y llegó a unos 10.000, por lo que este viernes los militares quisieron poner fin a tales concentraciones declarándolas ilegales. El decreto hecho público por la radio nacional señala que el Ministerio del Interior puede declarar ilegales a las organizaciones cuyas actividades afecten "negativamente al interés nacional", primer paso para la ilegalización de la LND.

Constitución paralela

La decisión de la LND de elaborar una Constitución paralela a la que prepara el gobernante Consejo de Estado para la Restauración de la Ley y el Orden (SLORC) fue también el detonante de este nuevo enfrentamiento entre los militares birmanos y la oposición democrática.Pero, a pesar de que la nueva ley prevé penas de hasta 20 años de prisión para quien viole sus preceptos, Suu Kyi y otras 4.000 personas la desafiaron. Contrariamente a lo que se esperaba, las fuerzas de seguridad no se atrevieron a interrumpir la reunión y a dispersar a los congregados. Ayer mismo, el Gobierno norteamericano anunció el envío a la zona de dos funcionarios -William Broum y Stanley Roth- para coordinar con las Administraciones de Tailandia, Malaisia, Indonesia, Singapur, Filipinas y Japón una estrategia conjunta que fuerce a los militares que gobiernan en Birmania a permitir la apertura y la democratización del régimen.

La junta militar apoyó al Partido de Unidad Nacional con la esperanza de que se convirtiese en el vencedor de los comicios, con los que pretendía poner fin a la ola de protestas que sacudía el país desde 1988. Celebradas en 1990, las elecciones supusieron una victoria aplastante de los candidatos del LND, que obtuvieron 392 de los 485 escaños del Parlamento. La junta militar no reconoció entonces los resultados, detuvo a numerosos líderes de la oposición y puso a Aung San Suu Kyi bajo arresto domiciliario.

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