Un abrazo diferente
Los 'juegos olimpicos' de la asociación de deficientes psíquicos de Getafe
Buena parte de los casi 1.000 chavales que son atendidos en los centros de la Asociación de Padres y Amigos de Niños Diferentes (Apanid) disfrutaron ayer de una fiestorra con todas las de la ley. Esta entidad radicada en Getafe (144.600 habitantes), que acaba de cumplir 25 años de intenso trabajo, celebraba en el polideportivo San Isidro de la ciudad sus muy particulares juegos olímpicos. Cierto que estos muchachos son diferentes pero, vistas las ganas que le ponen, está claro que a entusiasmo pocos les superan.Julián Serrano, animador fisico-deportivo de la asociación, puede dar buena fe de ello. 'Tos chicos me vuelven loco", confiesa con abierta sonrisa. "Desde dos meses antes de las pruebas ya se muestran nerviosos, inquietos porque llegue el momento". Los deportes se adaptan a las capacidades de cada cual: atletismo, fútbol, baloncesto en silla de ruedas o, para los minusválidos más profundos, juegos elementales como pinchar globos o comer sin manos un milhojas. Pero al final todos se hacen, emocionados, con la correspondiente medalla.
El ambiente en el pabellón es de pasión desaforada. Al periodista le llueven los abrazos de hombretones con síndrome de Down, mientras un policía local que sólo "pasaba por allí" ha de aplicarse en repartir besos a diestro y siniestro. "No saben lo que es la maldad ni la inhibición. Cuando tienes un hijo así, pese a todo, no lo cambias por nada", exclama la presidenta de Apanid, Rosario Salinas, de 57 años. Fue un religioso -el padre Rufino, cura comunista del barrio de la Alhóndiga- quien promovió Apanid, allá por 1971, ante el Ministerio de la Gobernación de Manuel Fraga. El sacerdote ("un gran hombre, y un gran amante del vino las mujeres", le glosa Juan Agudo, de 50 años, director general de la asociación) sabía por entonces que un movimiento asociativo sólo podía gozar de bendición oficial si nacía en una iglesia. Pero el visto bueno de don Manuel no acabó con los problemas. En la sede de la calle de Eugenio Serrano, los vecinos no dejaban entrar a los niños de Apanid "porque", decían, "no podemos correr el riesgo e que contagien a nuestros hijos". El alcalde, Pedro Zazo, resolvió el conflicto con modos propios de la época: amenazó con el destierro a todo vecino que osara volver a rechistar. Y callaron todos.
Aquella casita es ahora un complejo fenomenal: centros de estimulación precoz, educación especial, talleres ocupacionales, residencia de profundos... Apanid llega a sus bodas de plata con 700 millones de presupuesto y 300 empleados.
Apanid. Plaza de Jiménez Díaz, 5. Getafe. Teléfono: 695 36 81.
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