Un pueblo sensible

Abusando de su amabilidad voy a hacer uso una vez más de esta ventana que ese periódico abre a sus lectores para asomarse a la opinión pública.Y hoy lo hago a impulsos de esa bárbara agresión que estuvo a punto de costarle la vida y que, desde luego, va a dejarle secuelas muy graves para el resto de sus días a un joven de 23 años. Por supuesto, me solidarizo con la iniciativa de don Fernando Suárez González, publicada en esta misma sección el día 18 de mayo en el sentido de que ese periódico abra una suscripción popular en favor de está víctima inocente del matón de turno.

Considero, sin embargo, que esta ayuda, que en el mejor de los casos no pasaría de unos pocos millones de pesetas, sería bien poca cosa por sí sola, comparada con lo que Miloud ha perdido "pan para hoy y hambre para mañana", como reza el dicho popular, ya que después de esto, correríamos la inexorable losa del olvido condenando a este joven a una indigencia secular; y teniendo en cuenta las circunstancias concurrentes en este suceso: inmigrante, tal vez hasta ilegal, con sólo unos meses de permanencia, sin conocer nuestra lengua y con bien poco que agradecer a este país, donde seguramente cada amanecer era para él un problema de sobrevivencia, quiso además su mala estrella que uno de esos días fuera a toparse con ese energúmeno que impunemente estaba molestando a una jovencita en presencia de algunos indígenas que no se sintieron ofendidos, y sin pararse a pensar en las consecuencias para su delicada situación, su hombría de bien le impulsa a enfrentarse con el agresor.

Ojalá, esta magnífica lección de sano quijotismo fuese aprovechada por tanto patriotero como hay por aquí, incluidos aquellos que desde posiciones de privilegio ponen sutilmente obstáculos físicos en torno a las fuentes en que estos inmigrantes departían un rato con sus compatriotas.

En conclusión, solicito que se: le conceda a Miloud la medalla, al Mérito Civil y que, demostrando que somos un pueblo sensible a estos valores humanos, el Gobierno le ofrezca la nacionalidad española, y que el Gobierno mismo o la empresa donde acontecieron los hechos le dé un puesto de trabajo acorde con su nueva situación física.-