Weah, víctima de guerra de Liberia
Familiares del mejor futbolista del mundo, apaleados y violados porque él pidió que la ONU tutele su país
Georges Weah, el delantero liberiano del Milán considerado como el mejor jugador de fútbol del mundo en 1996 por la FIFA; ha visto su casa en Liberia incendiada, a dos de sus primas violadas y a varios familiares apaleados en represalia por pedir que la ONU convierta a su país -corroído por una sangrienta guerra civil- en un fideicomiso. Cree que ésa es la única vía para que los liberianos lleguen algún día a creer en la democracia y en los derechos humanos."La noticia me la dio una de mis primas: había sido violada. Me llamó porque quría saber qué había declarado a The New York Times la pasada semana", dice Weah, de 29 años. Se encuentra en Abiyán, capital,de costa de Marfil, buscando acomodo para su madre y otros familiares huidos de Liberia a causa de los enfrentamientos entre grupos rivales. Lo que el jugador había manifestado al periódico neoyorquino era simplemente una sugerencia: "La ONU debería hacerse cargo de Liberia, no temporalmente, sino para siempre, para lograr que los liberianos crean en la democracia, para hacernos creer en los derechos humanos"
Weah -dos veces elegido mejor futbolista de África y que este año ha sido el primer no europeo en ganar el Balón de Oro de la UEFA (mejor futbolista de las ligas europeas)- apoyaba con esas palabras lo manifestado por el embajador especial de la ONU para Liberia, James Jonah, que avalaba la idea del fideicomiso. A Charles Taylor cabecilla del principal grupo que asuela Liberia desde hace mes y, medio, la opinión de Jonah le sentó como un tiro. "No es que esté molesto, es que estoy hecho una furia", declaró a la BBC. Y al parecer sus hombres también lo estaban.
Según testigos, fueron seguidores de Taylor, los que el domingo asaltaron la mansión de Weah en la costa, apalearon a sus ocupantes, violaron a las dos primas adolescentes, saquearon la propiedad, la rociaron de gasolina y le prendieron fuego. Todo, ocurrió tres días después del llamamiento del mejor futbolista del mundo a la ONU. Weah prefiere no apuntar a nadie citando se le pregunta quién piensa que puede ser responsable del ataque, pues teme nuevas represalias contra los familiares, que aún tiene en Monrovia. Pero 2 de los 15 coches que Weah tenía aparcados en su casa los conducen ahora el jefe de prensa de Taylor y el comandante de sus tropas.
La trayectoria deportiva y personal de Weah es muy peculiar. Nació en Monrovia en el seno de una familia de ocho hijos y desde muy niño tuvo serios problemas familiares por su pasión por la pelota y su abandono de las tareas domésticas. Su única obsesión era jugar descalzo con una naranja como balón por las calles. Tantos problemas tuvo que se fugó a casa de su abuela y se enroló en un club de Segunda División. Marcó 31 goles y fue reclamado por equipos de mayor rango y por el seleccionador liberiano.
En 1986 firmó un contrato, semiprofesional con el Tonnerre de Yaundé (Camerún), hasta que fue traspasado al Mónaco por 50 millones de pesetas en 1988. Se asentó en el club monegasco, y en 1989 ganó el primero de sus dos balones de oro africanos, pero apenas cautivó a los grandes clubes europeos, hasta que le reclamó el París Saint Gérmain, donde triunfó definitivamente. Silvio Berlusconi, propietario del Milan, se fijó en él como sustituto del lesionado Marco Van Basten y pagó a los parisienses más de 1.000 millones de pesetas en junio de 1995. Este año se ha convertido en el líder del equipo, con el que se ha proclamado campeón de la Liga italiana.
Ganó una fortuna en Montecarlo y lo invirtió todo en Nueva York, donde residen sus dos hijos y su mujer. Desde hace años participa en campañas a favor de los niños liberianos, pero a principios de 1996 tuvo problemas con el Gobierno de su país. Liberia se clasificó para la fase final de la Copa de África, que se disputó en Suráfrica, y estuvo a punto de no poder acudir por falta de recursos económicos. Weah decidió pagar de su bolsillo su viaje y el de sus compañeros de equipo. Pero Liberia, como era previsible, fue eliminada y el Gobierno le acusó de no entregarse a fondo en la cancha. Georges dijo sentirse incomprendido y amenazó con no volver a jugar, "salvo que los niños liberianos lo pidan".
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