"Necesito el empujón de Madrid"
El pitón de un novillo del conde de Mayalde le acarició a Luis de Pauloba los maxilares, la laringe, el paladar, la mandíbula... "Dio unas cuentas vueltas por ahí", comenta. El cuerno frenó su excursión - ''sí, sí, podemos bromear sobre el tema, ya han pasado cinco años"- a milímetros de la base del cráneo: "Le vi la cara a la muerte". Necesitó nueve litros de sangre. Una semana después, postrado en el hospital Doce de Octubre, forcejeaba con la señora Isabel, su madre, y con la tía Gregoria: "O te cortas la coleta, o te la cortamos nosotras". Luis les replicó con unas líneas manuscritas: "Me importa más torear que recuperar el habla". Dicho y hecho.Hoy, un lustro después, habla "un poquito chungo", pero con la franela canta La Traviata. Cuajó en San Isidro 95 uno de los trasteos más emotivos, del serial: durante cinco minutos la afición paladeó un toreo del caro. "Todavía tengo la carne de gallina. Cuando estoy importante, la piel se me arruga".
Esta tarde lidia su primera corrida de la temporada. Desde el último paseíllo en septiembre, sólo ha actuado en un par de festivales y ha matado cuatro toros en el campo.
"Madrid me ha lanzado todos los años, siempre me ha pegado el empujonsito. Necesito su apoyo como nunca. Si no... esperaré el tiempo necesario. Quien guarda la moneda la puede cambiar en cualquier momento. Ya llegará mi día".
A Luis de Pauloba, de 24 años, la vocación le nació con los primeros dientes. A ver si hoy marca un gol por toda la escuadra de Las Ventas. El griterío de sus paisanos de Aznalcóllar (Sevilla), retumbará en el orbe taurino.
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