Viaje a Atenas
Al leer la carta del señor Panayotis Tetsis, de Atenas, Grecia, publicada en su diario el día 7, viene a mi memoria un viaje realizado a Atenas y a varias islas del Egeo en septiembre del año 1995 con un grupo de unas cincuenta personas. Las impresiones unánimes de los componentes del grupo respecto a la capital griega fueron de decepción y tristeza, opiniones que luego me fueron confirmando otros conocidos que visitaron dicha ciudad. Allí, simplemente, no puedes acudir en busca de ayuda o información a un policía, porque no se ven por la ciudad, los únicos que vimos con intención de preguntar por una calle que estábamos buscando se encontraban sentados al lado de unos contenedores de basura comiendo pipas y jugando con la pistola; por supuesto que ni nos acercamos. Todas las veces que cogimos un taxi fuimos estafados; la plaza de Omonia y demás plazas y calles céntricas estaban tan llenas de basuras y los contenedores tan atestados que las ratas asustaban por su tamaño y abundancia; los restos arquitectónicos están en muchos casos abandonados a su suerte; el Museo Arqueológico se encuentra en un estado lamentable, sin ningún tipo de medidas de protección del patrimonio que contiene, llegando sus responsables a abrir las ventanas para airearlo y refrescarlo.También pudimos comprobar la falta de conocimientos de los taxistas, empleados de tiendas y hoteles de Atenas, no sólo de idiomas internacionales como el inglés, el francés o el español, sino de de los propios caracteres latinos de escritura. También es obligado decir que el estado de las islas y el carácter amable y cordial de sus habitantes compensan la tristeza y decepción que produce la capital griega.
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