No tienen perdón
No tienen perdón. Un festejo de abono, una ganadería de lujo, de ésas con las que sueñan los aspirantes a la gloria, y tres soñadores experimentados protagonizan un fracaso en toda regla.No tienen perdón. Canales Rivera, Rafaelillo y Pacheco, tres jóvenes bullidores y valientes, necesitados de triunfos, no tienen más que un pequeño problema: que no saben torear.
Sólo así se explica que ninguno diera, siquiera, una vuelta al ruedo con unos novillos apropiados, en líneas generales, para el toreo. Dos se dejó ir el algecireño Pacheco, y uno cada uno sus compañeros de cartel. Y los tres toreros fracasaron con la muleta entre las manos. Es difícil torear con más superficialidad, menos mando y nulo sentido de la estética que estos novilleros.
Torrestrella / Canales, Rafaelillo, Pacheco
Novillos de Torrestrella, bien presentados, blandos y encastados; 2º y 4º difíciles.Canales Rivera: estocada baja y dos descabellos (ovación); estocada baja (ovación). Rafaelillo: pinchazo, media y descabello (silencio); pinchazo -aviso-, cuatro pinchazos y descabello (silencio). Carlos Pacheco: media atravesada, tres descabellos -aviso- y cinco descabellos (ovación); estocada baja (ovación). Plaza de la Maestranza, 19 de mayo. Novillada de abono. Media entrada.
Canales Rivera maneja con seguridad y soltura el capote. Así lo demostró en lentas verónicas a su primero y en tres largas cambiadas con las que recibió al cuarto. Expeditivo y valiente se mostró también a la hora de matar a sus dos oponentes; pero toma la muleta y se transforma en un pegapases inseguro y descompuesto.
Rafaelillo no es el novillero hambriento de triunfos que pisó el año pasado la Maestranza. En esta ocasión ha pasado sin pena ni gloria. El capote lo utilizó poco y casi nunca para el lucimiento. Porfió valentón con la muleta, pero no consiguió domeñar al incómodo segundo, ni fue capaz de redondear faena con el más aceptable quinto, en el que sólo destacó en algún natural aislado.
Carlos Pacheco es valiente, pero no sabe más allá de los pases del desprecio y de los de pecho. Recibió al sexto con cuatro faroles de rodillas, con una gallardía encomiable, pero se hundió en el tercio final ante un novillo repetidor y encastado. Mató, además, muy mal al tercero de la tarde, con el que tampoco se acopló, y se fue de vacío.
Babelia
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