Yeltsin confía en unirse a los reformistas para mantenerse en el Kremlin
El líder ruso, Borís Yeltsin, reiteró ayer su optimismo, sobre la posibilidad de formar una coalición con los políticos reformistas etiquetados como la Tercera Fuerza, que compiten con él por la presidencia de Rusia, a pesar de que ninguno de ellos ha manifestado intenciones de renunciar a la maratón electoral en favor del actual presidente.
En el arte de la intriga política, Yeltsin está demostrando ser un experimentado maestro capaz de dar lecciones al economista Grigori Yavlinski, al general Alexandr Lébed, y al oculista Sviatoslav Fiódorov, cuyas perspectivas de unirse en una troika alternativa tanto a Yeltsin como al candidato comunista Guennadi Ziugánov, parecen haberse evaporado. Así lo indicaban ayer sendas declaraciones de Lébed, que se dispone a presentar su propio programa económico en los próximos días, y de Fiódorov, que el próximo día 15 se entrevistará con Yeltsin, como han hecho anteriormente y por separado, Lébed y YavIinski."Yo me esfuerzo mucho personalmente con cada uno de los candidatos a la presidencia. Creo que podremos formar esa coalición", dijo Yeltsin, quien, durante una reciente gira por el Volga, trató de hacer creer a sus electores que, los políticos de la Tercera Fuerza -cuyos votos sumados pueden ser decisivos para la victoria- eran ya sus aliados y estaban elaborando una estrategia común contra los comunistas.
Los implicados lo desmintieron, ya que todos ellos ponen condiciones para una alianza (cargos en la futura Administración y Gobierno), que entran en conflicto con los intereses de los miembros del equipo del presidente. Aunque se desconoce cuáles han sido las promesas de Yeltsin a sus potenciales aliados, los mentideros moscovitas están plagados de rumores que, en parte, pueden estar propiciados desde el mismo Kremlin para sembrar la desunión y paralizar al bando rival, un objetivo que, en gran parte, parece conseguido.
El estilo de las negociaciones de Yavlinski y Lébed con Yeltsin han dañado al concepto mismo de Tercera Fuerza, como cristalización de las corrientes demócratas que están simultáneamente contra la corrupción actual de la Administración rusa y contra el retorno del comunismo.
Entre las especulaciones que circulan en Moscú figura la eventual recreación de un puesto de vicepresidente de Rusia que sería ofrecido a Lébed. Tal circunstancia, de haberse pactado, crearía un conflicto tanto con el actual jefe del Gobierno, Víctor Chernomirdin, como con los intereses del propio YavIinski, que aspira al puesto de jefe de Gobierno, tal como está definido hoy es el segundo puesto del Estado.
Desde el entorno de Yeltsin han comenzado a sonar voces advirtiendo a los negociadores de la Tercera Fuerza que moderen sus apetitos y que confíen en el presidente.
El general Borís Gromov, que fue jefe de las tropas soviéticas en Afganistán y que hoy está en el equipo de Yeltsin, ha manifestado que el compromiso con Yavlinski, Fiódorov y Lébed es posible si éstos no ponen condiciones en lo que se refiere a los cargos.
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