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El nuevo laborismo

Joaquín Estefanía

Conviene ser cautos después de las recientes experiencias electorales, sobre todo a la luz de los errores de los sondeos de opinión. Pero no parece muy arriesgado en tender que los laboristas británicos van a ganar en los próximos comicios; en estos momentos las encuestas señalan una distancia de 30 puntos entre ellos y los conservadores, y en los comicios parciales los primeros han su perado con creces a las huestes de John Major. Es urgente actualizar nuestras ideas sobre el Partido Laborista y sobre la figura de su joven líder, Tony Blair. ¿cuáles son los valores que defienden los nuevos laboristas? ¿quién es tony blair? la obsesión de blair y su gabinete en la sombra ha sido, durante los últimos tiempos, sacar al viejo partido socialista de su anclaje en el pasado adecuándolo a la Europa del siglo XXI, y un largo viaje hacia el centro político, arrebatándoselo a los tories. Se han dado cuenta, con bastante retraso, de que la larga era conservadora que inició la señora Thatcher a finales de los setenta se ha sustentado en las clases medias. En su reciente visita a los Estados Unidos, Blair se presentó como el jefe del "centro radical" en el Reino Unido y declaró intencionadamente que "el laborismo es ahora la casa natural de los tories del ala izquierda. En mi opinión se sentirían en casa en el actual Partido Laborista".

La batalla por esa clase media se va a dar, sobre todo, en el terreno de los impuestos; la revuelta de esa parte central de la sociedad se está concretando, en una buena parte del mundo más desarrollado, en el hartazgo de una presión fiscal que califican de muy elevada. No en vano ironizaba Blair recientemente sobre aquellas personas de la izquierda más tradicional "que casi han considerado los altos impuestos como un símbolo de virilidad".

¿Y la vieja solidaridad? ¿Y la redistribución. a través de los gravámenes, seña de identidad de los socialistas frente a los conservadores?: "Algunas de las, viejas distinciones entre la izquierda y la, derecha se han vuelto claramente sin sentido", dice el laborista, que prefiere separarse de sus oponentes por la introducción de un salario mínimo, por la aceptación -sin copiar el sistema de Seguridad Social del capitalismo renano- del capítulo social fijado en el Tratado de Maastricht, por jugar un papel más activo en las cuestiones comunitarias, etcétera.La convergencia hacia el centro y las diferencias con el Partido Conservador se dan también en el ámbito social y siempre en el entorno de los matices. Los nuevos laboristas buscan el espacio intermedio entre el Estado y el mercado, insisten en que la globalización de la economía tiene muchas. potencialidades, pero también peligros de incrementar la dualidad en las sociedades del primer mundo y de ampliar las desigualdades entre éstas y aquellas otras de tercer y cuarto mundo, marginadas de esa mundialización seleccionada exclusivamente por los mercados financieros (por cierto, Blair se entrevistó en Washington con George Soros, aquel especulador que en un solo día logró sacar a la libra esterlina del Sistema Monetario Europeo). Los laboristas defienden una reforma profunda del Estado del bienestar que inventó beveridge y apoyan la dureza contra la delincuencia.

Algunos analistas europeos han destacado las coincidencias entre el aggiornamento actual de blair y el que inició Felipe González en 1982; pero la analogía más repetida ahora es entre el Bill Clinton de 1992 y el Tony Blair de 1996: ambos han pretendido modernizar dos partidos, el demócrata norteamericano y el laborista británico, esclavos de su tradición.

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