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DEBATE DE INVESTIDURA

Un duelo de guante blanco

González y Aznar vivieron su primer enfrentamiento tras cambiar de papeles

Pase de página en debate de guante blanco, aunque al final el brillo en las espadas de González y Aznar recordó que a lo que se estaba asistiendo era al comienzo, cortés y ceremonioso, de un duelo político. José María Aznar había anunciado en la campaña electoral que si gobernaba miraría hacia el futuro y no hacia el pasado pantanoso de los GAL y la corrupción. Pero ayer aplicó esa actitud a toda la etapa de gobierno socialista y a la suya propia como dirigente de la oposición.Su discurso sosegado, con generalidades pendientes de concreción, pero también lleno de cautelas que supeditan las reformas al consenso político y social para aplicarlas, no parecía dirigido a despertar entusiasmos, sino a inspirar tranquilidad. Y desde esa perspectiva fue eficaz.Aznar mostró que está dispuesto a llegar tan lejos en un estilo de gobierno pactista como lejos llegó en su estilo de enfrentamiento con el Gobierno mientras estuvo en la oposición. Un enfrentamiento que, a tenor de su intervención inicial en la tribuna del Congreso, parecería. que terminó hace dos años y no dos meses. Porque Aznar ni siquiera habló de los casos de corrupción cuando advirtió que luchará con toda energía para evitar nuevas corruptelas.

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Subrayó los esfuerzos que hay que hacer en sólo 18 meses para cumplir los requisitos de entrada en la Unión Económica y Monetaria, pero rehuyó desplegar el catálogo de culpas que incumben al Gobierno por no cumplir hoy España ninguno de esos requisitos.En una muestra de su interés por impregnarse de la mentalidad de gobernante, reconoció los avances que se han producido en la sociedad española -y defendió la mejora del Estado social y de derecho, que rehuyó calificar como Estado de bienestar- aunque atribuyera el mérito a todo el país.El discurso de Aznar fue una lectura de su propio programa electoral, corregido en los aspectos que han sido objeto de pacto con CiU, PNV y Coalición Canaria. Eso se traduce en que la estabilidad que el PP perseguía en la culminación del Estado autonómico queda supeditada a la protección de la diversidad cultural que encierran las autonomías, acompasada con la exigencia de solidaridad y, colaboración entre ellas y con la administración central.Lo que antes era invocación a poner orden, ahora es aceptación, e incluso elogio, de la flexibilidad. Atrás quedan los viejos recelos de los populares sobre el diseño mismo del Estado de las autonomías contenido en la Constitución. "Yo tengo la convicción del acierto de ese diseño", proclamó ayer Aznar.

Pero la falta de concreción sobre el coste económico del nuevo sistema de financiación de las autonomías le llevó al único pequeño disgusto que le asaltó en el debate, probablemente porque ya no lo esperaba. Fue cuando González le condujo hacia las cuerdas al pedirle la cuantía económica de esa sobrefinanciación, argumentando que resulta inimaginable que los negociadores populares hayan cerrado un acuerdo sin conocer su coste. A cambio, el líder del PP salió del debate con el mayor número de acuerdos alcanzados en una sesión de investidura: para alcanzar los requisitos del Tratado de Maastricht, desarrollar el pacto de Toledo sobre las pensiones, mejorar el funcionamiento de la Justicia, dotar de más medios a los ayuntamientos y, por supuesto, combatir el terrorismo.

Atrás, muy atrás, parece quedar la interpretación de Aznar acerca de que la manifestación de Madrid en protesta por el asesinato de Francisco Tomás y Valiente era una prueba de que la lucha antiterrorista "va muy mal". Atrás parecen quedar también sus recelos acerca de que los socialistas no querían dejar limpiamente el poder. Como atrás queda su percepción de que una victoria electoral rotunda era "la única forma de poner en marcha soluciones para España como dijo en la campaña electoral. Aznar dio muestras ayer de haber entendido la importancia del diálogo, la austeridad, la transparencia y la cercanía a los ciudadanos, como él mismo dijo.

Gran parte de su programa está incluido en su discurso de ayer: desde la creación de la Oficina Presupuestaria en la Presidencia del Gobierno a la reducción de los ministerios a 14, pasando por la elaboración de un Plan de Privatizaciones. Pero siendo importante eso, aún lo es más el compromiso que asumió, como cierre de su discurso, para ejercitar "mucho diálogo, mucha comprensión mutua y el abandono de muchos prejuicios".

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